jueves, 17 de septiembre de 2009

Adelanto de la nueva parte de mi novela, por Varin

Su cabello castaño caía ligeramente sobre los hombros, reposando en su armadura plateada, sus ojos oscuros miraban la hoja de su espada que sujetaba con la mano derecha, apoyado en la hierba y con su espalda en un árbol limpiaba la sangre seca del filo con una tela empapada en alcohol.

-Buena victoria Axel.

Era un hombre de treinta y siete años, la piel estaba bastante envejecida por el castigo del sol y diversas cicatrices de batalla, una bastante profunda cortaba la ceja izquierda y bajaba hasta el párpado para seguir por la mejilla, otra menos profunda cortaba el labio inferior en dos. Aparentaba a primera vista casi los cincuenta años si no fuera por su espeso pelo oscuro que le cubría parte del rostro y del cuello. Sus brazos aparentaban ser tan fuertes como los de Axel pero su estatura era inferior.

-Gracias Hertz –sonrió y se secó el sudor de la frente para seguir limpiando el arma.
-Quien diría que sólo un batallón compuesto de doscientos soldados conquistaría Sidar –extendió el brazo derecho al hombro de su compañero en señal de afecto -. Eres un gran guerrero y estratega Axel, espero que tomen nota esos inútiles de Mostovika de lo que hoy has logrado aquí.
-Rezaré por ello, tengo muchas ganas de ver a mis hijos y sin un día de permiso en tres meses... es difícil acordarse de sus caras. ¿Acaso no fue por esto por lo que me dejó mi mujer?
-Lamentablemente sí –se quitó el guante derecho y sacó del cinturón una pequeña cantimplora que contenía algo de ron. Pegó un trago y ofreció a su amigo que instintivamente lo rechazo con una sonrisa. – Pero tus hijos seguirán siendo hijos tuyos aunque tardases una década en volver a verlos.
-No me refería a eso Hertz, es difícil luchar por alguien cuando apenas recuerdas su cara.
-A mi no me hacen falta caras –rió pegando un largo trago a la cantimplora -. Lo único que me hace falta es mi hacha, mi paga y alguna ramera al volver a mi casa. Nunca me he casado y dudo que lo vaya a hacer algún día, una mujer que aparte del dinero también quiere tu tiempo no puede ser bueno.
-Mira que eres simple –bromeó enfundando su espada ya limpia y reluciente -. Algún día cuando te veas viejo, solo y arrugado lamentarás no haberte casado al menos una vez.
-Espero que cuando llegue ese día me maten en el campo de batalla. Vivir sin que se te pueda levantar... no es vida. Antes prefiero morir con honor. Y hablando de morir, ¿cuánto tiempo más tendremos que permanecer en este sitio? Como siga aquí un día más me moriré, odio este sitio.
-Mañana llegarán refuerzos de Mostovika y las nuevas órdenes, aguanta un día más y podremos partir –levantó la vista contemplando el paisaje que tenía alrededor, tras el estaba el campo de batalla, a espaldas del árbol, lleno de cadáveres, sangre y cuervos comiendo la carne muerta que salpicaba el paisaje. Delante tenía una hermosa pradera, llena de hierba y salpicada de algunos rosales y dientes de león, de los cuales algunos pétalos flotaban por el aire, un poco más lejos se encontraba un río que procedía de unas montañas al norte y pasaba por Sidar antes de desembocar en el mar unos kilómetros más adelante -. No entiendo por qué no te gusta este lugar, es bastante bonito y tranquilo.
-Odio cualquier sitio en el que no haya fiesta –dio un último trago a su cantimplora y bajó la vista para colocarla de nuevo en el cinturón, descubriendo sangre reciente en la hierba junto a Axel. Alargó la mano derecha, retiró la capa de su rodilla izquierda dejando al descubierto un pequeño corte en la pierna -. Joder Axel, algún desgraciado consiguió rozarte.
-Es el riesgo que se corre luchando, sólo es un rasguño. Iré a que me lo curen –anunció levantándose sin esfuerzo a la vez que su compañero.
-Creo que tendrás que ir a Sidar para conseguir desinfectantes y vendas, llevamos tres semanas sin recibir suministros, les dije a varios soldados que fueran en busca de material para curar a nuestros camaradas pero no se cuanto tardarán.
-Hertz, sabes de sobra que tenemos prohibida la entrada a las ciudades que hemos liberado recientemente.
-Yo me paso las normas de la capital por la entre pierna –maldijo emprendiendo la marcha hacia la entrada de la ciudad, Axel pronto comenzó a andar tras su amigo -, también nos prometieron grandes recompensas, que no nos faltarían suministros y días libres, en cambio aquí estamos a medio millar de kilómetros de casa, luchando día tras día sin descansar, sin apenas provisiones para alimentarnos ni curarnos y eso sin mencionar que llevo dos semanas sin meterla en nada que no sea un retrete. Que les jodan a esos malditos burócratas y todas sus leyes.
-Cálmate amigo, tan sólo es un rasguño, puedo esperar unas horas para curármelo junto con los demás soldados –intentó calmarle acelerando el paso.
-No es eso Axel, tú te has dejado la piel tanto como yo para liberar esta ciudad y como mínimo te mereces algún trato especial, así que esa herida se va a curar ahora mismo como me llamo Hertz Mertel.

Avanzaron entre los cuerpos del campo de batalla espantando a una gran cantidad de cuervos a su paso, los soldados que habían luchado se apostaban cerca de la entrada a Sidar ayudando a los heridos que se encontraban en unas rudimentarias camillas.
La ciudad estaba rodeada de una muralla tallada de piedra, al igual que todas las casas y comercios que había en la propia ciudad. Un arco de piedra de cinco metros de alto y casi tres de ancho componían la entrada junto con una verja de acero que se encontraba ahora levantada. Dos soldados que vigilaban la entrada les miraron fijamente tratando de disuadirles en su marcha pero Hertz aceleró arremetiendo contra ellos.
Una vez dentro se habría una calle ancha que se dividía en muchas otras a ambos lados para dar a calles paralelas a lo largo de la ciudad, conformando un círculo alrededor de la plaza principal de la ciudad.
Las calles estaban llenas de ciudadanos que habían combatido defendiendo su ciudad y ahora atendían sus heridas sus esposas, sus hijos o sus padres. Un hombre mayor que caminaba algo jorobado era ayudado por un chico joven, de dieciséis años y ambos iban rociando la calle con serrín para evitar que la gente se resbalara con la sangre. Cuatro personas con capuchas negras tiraban de un gran carro donde había una montaña de cadáveres, iban y venían de fuera de la muralla a dentro de la ciudad trayendo a los ciudadanos que habían perecido en la batalla.
Algo sobrecogidos por la escena que se encontraron dentro de la ciudad aminoraron el paso tratando de buscar algún comercio donde comprar lo que necesitaban.
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lunes, 7 de septiembre de 2009

Derrota, por Alberto.

Ya era de noche cuando Noah Peiten acababa su guardia, se fue directo a la cama, no quería irse de permiso a Wonck como su hermano Arjen, el quería descansar parecía ser el único que se daba cuenta de que estaban en guerra. Estaba esquivo, frío y triste porque sabía exactamente lo que se avecinaba, sólo algunos como el capitán Fadi se daban cuenta de lo que pasaba realmente, pero ni siquiera él podía evitar que los chicos pasaran el calvario de esperar al enemigo a base de alcohol, aunque no le agradase lo mas mínimo. Parecía que Noah ya se estaba acostumbrando y como todas las noches pensaba “que se le va a hacer” y se iba a la cama sin más, pero aquella noche pasaría algo, aquel 10 de septiembre sería una fecha para la historia.

-¡Despierta! ¡Despierta!- gritaba Patrick Discart – sal de la cama ya gandul.
Noah se despertó como pudo y con el uniforme a medio poner se fueron de las literas, sin apreciar bien que estaba ocurriendo, solo escuchaba gritos de dolor, de órdenes y algún disparo, hasta que Patrick le gritó:
-¡Alemanes! ¡Ya están aquí los alemanes!
Noah no podía decir nada, sólo coger un fusil del suelo y echar a correr, era imposible que en las pocas horas que había dormido ya estuvieran aquí, todavía era de noche, además no podía ser que no le despertaran los ruidos de los motores, pero eso ya no importaba, debían huir de allí tan rápido como les fuera posible, si el enemigo ya había entrado en el búnker no tenían nada que hacer. Corrieron por los laberintos, que son los pasillos de los búnkeres hasta llegar a un cruce, en el yacía el capitán Fadi, había sido herido en el estómago, no se podía hacer ya nada por él, estaba muerto. Ni Noah ni Patrick digeron nada, para ambos era la primera vez que veían un muerto, la primera vez que veían los estragos de la guerra. Pero no tuvieron tiempo de asimilarlo cuando de repente vieron pasar un soldado alemán cruzando un pasillo, se paró en seco y se dio la vuelta mirándoles fijamente. Patrick se quedó inmóvil, solo pensaba que iba a morir, sin embargo Noah disparó su fusil instintivamente casi sin apuntar e hirió al enemigo.

Noah no podía dejar de mirar a los ojos a ese soldado, mientras caía herido de muerte un sentimiento le recorría la espalda, ese podía haber sido su hermano, su amigo o cualquiera, cualquiera con padres, hijos, hermanos, etc. No podía creer que esa persona hubiera muerto a sus manos, enseguida se desplomo casi al mismo tiempo que el enemigo abatido. Patrick reaccionó y empezó a gritar a Noah:
- Noah corre, levanta, debemos irnos, no podemos quedarnos aquí ni un momento más - gritaba Patrick mientras le intentaba levantar.
- No puedo levantarme – dijo entre sollozos.
- Tío tenemos que largarnos podemos morir en cualquier momento, mira al capitán.

Noah se levantó, se agarró a Patrick y echaron a correr, sólo se detenían para eludir las batallas y al enemigo, no eran cobardes sólo cumplían órdenes, las del capitán Fadi, eso era lo único que les rondaba la cabeza: “Si llega el enemigo sonara el toque de diana alertando a la tropa, todos deberéis ir a vuestros nidos de ametralladoras a repeler el ataque, si por alguna razón hubiera alguna brecha se dará la retirada, toda nuestra ventaja está en la posición, si entran se acabó”

Lo único que se escuchaba ya eran las explosiones de las cargas huecas utilizadas por el enemigo para entrar en los nidos de ametralladoras, estaban exhaustos, el recorrido de la fortaleza de Eben Emael era bastante extenso pero por fin llegaron a los almacenes.
Allí se encontraba Falco Moos algo magullado y llenando el depósito de un coche.
- ¡Corred, corred! El coche ya está listo – gritaba Falco desesperado.
- Venga arranca y vámonos – respondía Patrick .
- ¿Dónde están los demás? - preguntó angustiado Falco.
- No lo sé, sólo escuché la voz de alarma, desperté a Noah y salimos corriendo.
- Bien hecho, la mayoría se quedó a defender el puesto, pero lo que no saben es que ya habían entrado y el capitán Fadi ordenó la retirada en tal caso.- dijo Falco mientras salían del almacén a toda prisa.
- Por cierto, el capitán ha muerto – dijo Noah con la mirada perdida.
- Ve hacia Lieja, allí el alto mando nos dirá que hacer- dijo Patrick mientras miraba furiosamente a Noah.

Falco conducía el vehiculo, era muy anticuado, casi de la Gran guerra. Patrick iba de copiloto indicándole la dirección de la ciudad belga, atrás quedaba el fuerte Eben Emael, el gran reducto belga construido para parar cualquier ofensiva, autosuficiente y con un regimiento de hasta 1.200 soldados, aunque esta noche más de 500 estaban de permiso, entre ellos el hermano de Noah, Arjen. Ninguno podía creer que la fortaleza que tardó tanto en construirse tardara tan poco en caer.
- Es imposible que hayan llegado así – dijo Patrick – nadie escuchó sus motores y los vigías habrían visto aviones, coches o cualquier medio de transporte.
- Puede que hayan llegado andando – contestó Noah.
- No – afirmó Falco – han sido planeadores.
- ¿Qué demonios es eso? – preguntó enfadado Patrick.
- Son aviones sin motor, se lo pregunté a uno de los chico mientras huía, decían que eran de madera, que llegaron volando o no se que.
- ¿Como pueden volar sin motor? no lo entiendo – preguntó Noah.
- Se lanzan desde el aire, desde un avión de verdad que los lleva atados, nunca creí que pudieran utilizarse para esto.
- Falco, ¿Cómo es posible que sepas tanto de esos aparatos? – preguntó Patrick.
- Veras, hace tres años fui a Wasserkuppe, en Alemania, donde se disputaba el segundo campeonato del mundo de aeroplanos, consistía en llegar más lejos, pero es imposible, el record de aquella vez fue de unos 300 kilómetros, y para un tripulante, seguramente han llegado desde más lejos y con por lo menos 6 o 7 tripulantes – dijo Falco impresionado.
- Eso ya no me importa, sólo espero que Arjen esté bien – dijo Noah.
- Yo también, aunque creo que deberíamos haber ido hoy a Wonck, seguramente allí podríamos haber escapado de todo esto sólo con cambiarnos de ropa- respondió Patrick resignado.
- No me aliste para escapar Patrick – dijo Falco enfadado.
- Tampoco para morir – le replicó Patrick.
- No, pero todos sabíamos que algún día algo así pasaría, es algo que se debe tener en cuenta, el verdadero soldado debe asumir que ya está muerto, así la distracción de perder la vida no interfiere en su trabajo y con suerte sobrevivirá al horror.
- Estás loco Falco- dijo Noah.

Nadie volvió a hablar en todo el camino, aunque no llegaron a Lieja, sino a un control de carreteras belga. Se bajaron del coche y hablaron con el guardia.
- ¿Tiene una radio? Debemos llamar al alto mando- suplicó Noah.
- Me parece que esta vez no voy a picar mocosos, ya está bien de molestar, estoy harto que a todos los novatos los manden a Eben, siempre vienen aquí a reírse de mi- dijo el guardia.
- Haber de Bruyn- dijo Patrick leyendo su chapa en el torso.
- ¡Sargento de Bruyn soldado!
- Lo siento señor pero debemos avisar al alto mando, los Alemanes acaban de tomar el Eben Emael, no es ninguna broma – gritó Falco.
- ¿Qué? ¿Qué ha caído el Eben? ¿En sólo un día y sin bombardeos? No me hagas reír chico – dijo De Bruyn sarcásticamente.
- ¡Mira! Tú ve a llamar al alto mando e informa, y si resulta ser una broma y que por Dios espero que así sea, yo asumiré todas las responsabilidades- contestó Noah.
El guardia incrédulo se fue hacia la garita, Noah se sentía útil, creyó que aunque había salido huyendo de la batalla lo había hecho para bien y que gracias a ello se salvarían muchas vidas, algo que le calmó pues el sentimiento de culpa por abandonar a sus compañeros le quemaba por dentro, pero de repente ese fuego que empezaba a desaparecer volvió a arder en su pecho, se llevó las manos a este y se mancho de su propia sangre, todo empezaba a ir lento para Noah, veía a Falco y a Patrick, que se llevaban las manos ala cabeza y se arrodillaban, vio como disparaban a De Bruyn por la espalda y solo escuchaba las risas de los jóvenes soldados alemanes a su alrededor, su cuerpo se desplomaba, ya no quería seguir adelante, no tenia fuerzas sólo quería descansar de aquello. No sabia bien que había ocurrido, sólo sabia una cosa, habían sido derrotados.
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sábado, 29 de agosto de 2009

Supervivencia, por Varin

El experimento marchaba realmente bien, hacía apenas dos semanas que ya empezaron a experimentar con ratas. Y con suerte, si seguían aquellos resultados satisfactorios que estaban cosechando hasta la fecha, lograrían dar el siguiente salto para experimentar con chimpancés, y por último con un ser humano.

Todo había empezado para Christian un mes atrás. Se encontraba tranquilo, sentado en su despacho, ojeando el periódico, como hacía cada mañana al terminar de impartir sus clases de inmunología a los futuros científicos.
Tenía el cabello escaso y cano, los cuarenta le habían hecho perder la melena que había poseído en su juventud, ahora que comenzaba con los cincuenta no pretendía, ni quería, parecer joven. Sus ojos azules se clavaban en la tira cómica, que tanto le encantaba ojear al mediodía y con su mano derecha se rascaba el bigote que empezaba a asomarle, había olvidado afeitarse aquella mañana.
Un leve golpe de nudillos le hizo levantar la vista, doblar el periódico y dejarlo sobre la mesa para cuando un hombre mucho más joven que él entró en el despacho. Su cabello era negro y bien peinado hacia atrás, demasiado formal. Debía de medir casi 1,85 metros, unos pocos centímetros más alto que él. Su porte era elegante y serio, lo que hizo al doctor saltar de su asiento y ponerse en pie.

-¿Es usted el doctor Christian Willender? –preguntó el intruso.
-Sí, soy yo –respondió molesto por la intrusión -. ¿Quién lo pregunta?
-Me llamo Paul Teddens –se presentó estrechando ambos sus manos con algo de recelo por parte de Christian -. Necesito que venga conmigo señor. Tengo órdenes de escoltarle.
-¿Escoltarme? ¿Adónde? –se enfureció el doctor, ya que no tenía la más mínima intención de abandonar su rutina aquel día.

Dos hombres bastante grandes, que casi parecían armarios, entraron en el despacho del doctor, a lo que este dedujo:
-Veo que son ustedes del ejército o algo parecido.
-¿Nos acompañará ahora?
-Sí, no tengo escapatoria, si me niego me llevarán por la fuerza, ¿tengo razón?
-Me temo que sí, por favor, venga por aquí.


Le condujeron fuera de la universidad hacia un todo terreno con los cristales tintados, una vez dentro volvió a preguntar a sus captores el motivo de aquel “secuestro”, pero nadie quiso contestarle.
Llegaron en pocos minutos a un helipuerto, donde le condujeron hasta un helicóptero. Subieron sus tres captores, más un piloto y un copiloto, los cuales tampoco le pudieron aportar nueva información.

Tras varias horas de viaje, en las cuales perdió de vista la tierra firma durante casi todo el viaje, llegaron a una isla. Estaba completamente cubierta por un frondoso bosque, excepto en una zona, cerca del norte de la isla, donde había un espacio de tierra lisa y despejada, junto a un edificio de dos plantas, que seguramente era a donde le llevaban.

-¿Profesor Willender? –preguntó un hombre que vestía una bata blanca, con aspecto joven, el cabello corto y castaño y con un gesto amigable en la cara -. Soy Nathan Keller, es un honor conocerle.
-¿Nathan Keller? ¿El microbiólogo? ¿Por qué me han traído aquí? –quiso saber. Confundido bajó del helicóptero y fue conducido dentro del edificio por Nathan.
-Sí, el mismo. Siento mucho haberle hecho venir de esta forma, pero me advirtieron de que quizá sólo vendría por la fuerza.
-Bueno, ¿me va a explicar de una vez que hago aquí?
-Por supuesto, acompáñeme por aquí.

Ambos entraron en el edificio, el doctor Christian fue conducido a una sala donde había un armario, una mesa y dos sillas. Nathan se sentó en una con una carpeta esperando a que el “invitado” hiciera lo mismo.

-Todo lo que aquí le voy a explicar y vamos a hablar no debe salir de esta sala, es absolutamente confidencial.
-Eso ya me lo imaginaba –rechistó mirando a su alrededor -. De no ser así no me habrían secuestrado y traído aquí con tanta urgencia.
-Verá, necesitamos su ayuda, llevamos trabajando en este proyecto cerca de medio año y no conseguimos avanzar, alguien comentó que su ayuda quizá nos vendría bien.
-¿Qué proyecto? ¿De qué demonios me está hablando?
-Perdóneme doctor, se lo explicaré –abrió la carpeta y comenzó a ordenar en pequeños montones las hojas que guardaba -. Hace ocho meses murió un varón de unos treinta años en San Francisco, lo inusual de esta muerte fue el informe del forense, en el que mencionaba que al cadáver le faltaba el aparato digestivo.
-¿Donaron sus órganos?
-Sí, o se los robaron, eso debió de pensar el tanatorio, ya que no indagaron demasiado en el asunto. Este hecho habría pasado por alto de no ser porque a las dos semanas murió otra persona, en Riverside, una adolescente de diecinueve años, un coche le atropelló, pero una vez más cuando en el tanatorio le practicaron la autopsia, descubrieron que a ella también le faltaba el aparato digestivo.
Dos casos no habrían pasado de una mera curiosidad, de no ser porque hubo un tercero cuarto y quinto, en la ciudad de Austin, cuatro días después. Dos mujeres, de cincuenta y tres años y cuarenta y ocho, y un hombre de cuarenta y dos años, murieron en un accidente de tráfico, y a los tres les faltaba el aparato digestivo.
Ahí fue cuando en el departamento científico de la ciudad se puso a investigar a fondo los cadáveres, sin pensar en un robo u otro asunto. Al cabo de una semana de pruebas y más pruebas, descubrieron algo, una bendición y a la vez una maldición. Aquellas personas poseían en su cuerpo un nuevo tipo de bacteria.
-¿Es esto una broma?
-Ni mucho menos, es la pura verdad.
-¿Cómo es eso posible? ¿Eran sujetos de algún tipo de investigación?
-En absoluto doctor. Nada más realizar ese descubrimiento se llamó al FBI y al ejército. Aislaron los cadáveres, se hicieron traer los otros dos que habían sido descubiertos anteriormente, y, por supuesto, hubo que aislar a las personas que tuvieron contacto directo con los cuerpos.
-Imagino que fue usted el encargado de dar esa orden.
-Efectivamente, es el protocolo de seguridad ante un agente bacteriológico desconocido.
-Por favor, vaya al grano... –rogó Christian que empezaba a estar harto con tanta explicación.
-Claro, discúlpeme. Lo que quiero decirle es que la bacteria que hemos descubierto adopta una actitud de simbiosis con su portador.
-¿Simbiosis? ¿Entonces es inofensiva?
-No, por eso le necesitamos a usted. La bacteria aporta grandes beneficios al huésped, es capaz de romper moléculas y formar nuevas a su antojo.
-¡Dios mío! –gritó perplejo.
-Eso mismo pensé yo, por lo que hemos investigado es capaz de absorber la humedad de esta sala, por ejemplo, para hidratar a su huésped.
-¡Que maravilla!
-No es todo, escuche, también hemos tenido a los huéspedes sin alimentar durante días, y las bacterias les han proporcionado alimento, claro que el huésped antes ha tenido que consumir materia inorgánica.
-¿Cómo es eso posible?
-Parece ser que la bacteria es capaz de separar el carbono que hay en otros objetos, tierra, láminas de metal, casi cualquier cosa que se pueda imaginar. Separa el carbono y lo une con el oxigeno y el hidrógeno que fácilmente encuentra en la humedad del aire. Otorgando al huésped una supervivencia casi perfecta.
-¿Casi?
-Sí, esto son los puntos positivos del asunto... Me temo que los negativos le defraudaran bastante. La bacteria hace la función completa de digestión, los desechos los expulsa a través del aire, o con leves vómitos.
-Por eso les faltaba el aparato digestivo a aquellas personas.
-Exacto, al cabo de cincuenta horas la bacteria digiere por completo el aparato digestivo del huésped, a partir de entonces se empieza a observar una conducta algo salvaje.
-¿Quiere decir que se vuelven agresivos?
-Sí, aún no estamos seguros del por qué. Creemos que puede deberse a un control nervioso de la bacteria, ya que entre los huéspedes no se atacan.
-¿Han observado alguna otra anomalía en los huéspedes?
-No doctor, su ciclo de sueño no se altera, la presión sanguínea, el ritmo cardiaco... Todo es absolutamente normal, por eso no logramos entender a que se debe este comportamiento tan salvaje. Este es el motivo por el que queríamos que viniera, la finalidad del experimento es conseguir una cura, por así decirlo, contra esta actitud agresiva. Si lográramos implementar las bacterias en seres humanos, con la certeza de que estos seguirán siendo tal y como eran... Piense en la increíble supervivencia que podría tener un soldado en el campo de batalla. O la de personas que no se morirían de hambre, lo que ahorraríamos en productos de alimento. Sobre todo sería un gran avance para poder enviar misiones tripuladas más allá de Marte, piénselo, no habría que preocuparse en absoluto de alimentar a los astronautas, podrían ir y volver perfectamente.
-Sin duda sería un salto gigantesco en la supervivencia humana bajo fuertes condiciones adversas.



El profesor Christian Willender aceptó con gran entusiasmo colaborar en aquel prometedor proyecto. Harían historia si conseguían aquel avance científico.



Durante el tiempo que estuvo el profesor Willender trabajando en el experimento hicieron grandes progresos. Descubrieron que la bacteria no infectaba a otros seres vivos, siempre y cuando el huésped siguiera vivo. Si este fallecía, el cadáver era capaz de infectar a todo ser vivo que habitase en veinte metros a la redonda durante 30 horas. Después, una sola bacteria era capaz de infectar a un ser vivo y comenzar de nuevo el ciclo.
Pero el gobierno había pensado en todo. El complejo donde se llevaba a cabo el experimento, estaba a trescientos metros de profundidad bajo lo que parecía ser un edificio, el único que había en la isla.
Disponían de una zona de aislamiento donde tenían a las personas que entraron en contacto con los primeros cadáveres, puesto que habían sido infectadas por la bacteria, tenían que permanecer controladas y aisladas. Y algunos animales con los que más tarde comenzaron a experimentar. Pero por seguridad no había ningún sistema de emergencia, para que nadie pudiera entrar ni salir.
También abrieron una investigación para determinar de donde procedía aquella bacteria, según algunos científicos, seguramente se debía a una mutación de otra ya existente. Otros especulaban con la posibilidad de haber sido originada en un laboratorio de forma secreta, quizá de algún país de oriente. Pero eso no era lo que importaba, lo importante era encontrar la cura, para usar aquella bacteria a favor de la humanidad.




-Hay dos ratas que se muestran inmunes al estado salvaje de la bacteria –anunció Nathan -. Dentro de poco ya comenzaremos a experimentar con chimpancés.

Todo el equipo de investigación aplaudió con gran entusiasmo la noticia. El doctor Willender, suspiró aliviado, sintió que al fin tanto trabajo y horas sin dormir, atiborrándose a café, daban su fruto.
Se retiró a su habitación para descansar como no lo había hecho en días, era pequeña, pero poseía todo lo que necesitaba, una cama y un baño. Dejó su bata blanca tirada en el suelo, se quitó los zapatos y el pantalón., cogió de una mini nevera, que tenía allí instalada, una botella de agua, y tras bebérsela se tumbó en la cama.



Las alarmas retumbaban por todo el complejo, fuera de la habitación se oían golpes y gritos. En un segundo Nathan había entrado al cuarto, cerrado la puerta con llave y guardado su pistola en un bolsillo de la bata.

-¿Qué diablos ocurre Nathan? –preguntó Christian perturbado por la intromisión y las alarmas.
-Lo siento profesor, ha ocurrido lo peor, un huésped ha conseguido escapar de su celda de aislamiento, no se exactamente que ha ocurrido pero ha matado a un investigador y partido los brazos a otro.
-Joder, esto es más grave de lo que pensaba, ¿qué vamos a hacer ahora?
-Tenemos que ir por este pasillo a la derecha, subir al siguiente nivel y activar la purga.
-¿Qué purga? ¿De que demonios me está hablando?
-Hicimos instalar válvulas por todo el complejo, dispararán halón al activarlo.
-Sí, eso debería eliminar a esa bacteria. En las pruebas no conseguía sobrevivir sin oxígeno, ¿hizo instalarla usted?
-Por supuesto, también hice instalar una sala aislada. Tenemos dos minutos para activar el gas y ponernos a salvo.


Corrieron por el pasillo, allí dos ratas encolerizadas, mordían a un científico que trataba de zafarse de ellas. Detrás oyeron el ruido de otra científica gritando, uno de los huéspedes humanos iba tras ella, la golpeó en la espalda haciéndola caer al suelo. La escena era horrorosa, algunos científicos y personal de mantenimiento trataban de subir al ascensor, tirando en el camino a otras personas que huían como ellos.
Por suerte llegaron pronto a una sala, cerraron la puerta con llave, y en un ordenador, Nathan comenzó a teclear la secuencia para activar la purga.
Una vez activada, Nathan avisó al profesor Christian, y ambos salieron de nuevo al pasillo, corriendo entre la multitud que subía al ascensor. Llegaron a la sala sin que nadie se percatara de que ellos no intentaban subir al ascensor, cerraron la puerta tras de si y el profesor Christian preguntó:
-¿Nadie más conoce la purga y esta sala?
-No, como jefe del experimento, la hice instalar en secreto para mantener la seguridad de todo el proyecto.
-Veo que se cubre bien las espaldas.
-No es sólo por mi Willender, es por la seguridad mundial, no podía permitir que nadie saliera contagiado de esta instalación. Por eso mismo no hay más datos de este proyecto y esa bacteria que los que tenemos aquí.


De pronto un fuerte zumbido sonó tras la puerta, las válvulas se habían abierto. Le siguió un fuerte golpe seco, la gente que se arremolinaba junto al ascensor estaría ahora cayendo asfixiada sin que se diera cuenta. Permanecieron unos segundos en completo silencio, casi un minuto, hasta que Christian rompió el silencio:
-¿Qué se supone que debemos hacer ahora?
-Tenemos una reserva de alimentos aquí, en esa puerta –dijo indicando al otro extremo de la sala, donde el doctor no había tenido tiempo de fijarse -. Hice instalar también un sistema de emergencia, en cinco u ocho días vendrá un equipo de salvamento.
-¿Y la gente que había en el edificio de arriba?
-Eran personas que necesitábamos para esterilizar su equipaje, a usted y a los alimentos que tenemos aquí abajo, por desgracia se fueron a casa hace tres semanas. Pero no se preocupe, ellos tampoco sabían nada sobre el proyecto, es alto secreto.
-Entiendo, se podría decir que tan sólo usted y yo somos los únicos que conocemos este proyecto.
-Así es –sonrió Nathan sacando su pistola de la bata -. Había pensado dejarle con vida puesto que su trabajo en el proyecto ha sido excepcional, y me vendría muy bien para retomarlo ahora que se ha estropeado todo. Pero justo cuando salimos de su cuarto, me acordé de que aún hay una muestra del componente que ha creado, bien aislada en el laboratorio que podré usar para reanudar el proyecto.
-Eres un sucio hijo de puta... ¿Piensas matarme para así adjudicarte el mérito y la creación de esa cura?
-Sí, sin duda eres listo profesor, no sólo para la inmunología. Ganaré millones vendiendo este producto y seguro que gano el premio Nóbel. Hice que unas cuantas ratas quedaran libres mientras dormían, y a dos huéspedes humanos con el propósito de que alguien hiciera saltar la alarma, así podría activar la purga de electrones, matar a todo ser viviente y dejarte a ti con vida para tener un testigo a mi favor. Aunque cuando veníamos analicé mejor la situación, decidí que era mejor deshacerme de ti y cargarte con la culpa de intentar sabotear el proyecto con el fin de adjudicarte tú todos los méritos.

Con un rápido movimiento, el profesor Christian empujó a Nathan contra la pared, dejándolo desarmado y recogiendo la pistola del suelo.

-Ahora estás en desventaja sucio tramposo, pero no te saldrás con la tuya.
-Yo no estaría tan seguro... aunque me mates no podrás otorgarte el mérito de la cura, en la base de datos de mi ordenador figura que en el laboratorio tengo aislada una muestra del componente, que yo mismo diseñé. Tú has sido borrado de la base de datos –y rió saboreando su victoria -. Aunque me mates ahora mismo no lograrás nada, yo seré condecorado póstumo y seré todo un héroe para la humanidad. En una semana, cuando vengan a rescatarnos, o rescatarte si decides matarme, te condenarán a ti por haber saboteado el proyecto
-Sin duda eres un científico retorcido y egoísta... Pero te equivocas en una cosa, no tienes ninguna muestra.
-¿Qué quieres decir?
-¿No recuerdas que hace cuatro días la bacteria había mutado por los anteriores componentes que le estuvimos inyectando?
-Claro que lo recuerdo, ahora se transmitía por contacto y sin necesidad de que el huésped falleciera, por eso te dije que metieras la mu....
-Exacto, yo metí la muestra –interrumpió Christian -, o la que creías que era la muestra. En el laboratorio lo único que hay es un frasco con agua y colorantes Nathan, no tienes ninguna cura.
-Maldito... tú eres mucho más retorcido que yo.
-No, sólo tenía sospechas de lo que intentarías hacer, había demasiado en juego y me cubrí las espaldas.
-¿Y que narices hiciste con la muestra?
-Sí te refieres a la buena cura te diré que la destruí, todo estaba en mi base de datos, como fabricarla, como adaptarla a otros mamíferos, pero tú, querido amigo, te has encargado de borrarlo todo. Ya no queda nada del proyecto, ningún avance, ninguna cura. En cambio tenemos a una bacteria mutada y mucho más agresiva y peligrosa.
-¡¡No!! ¡¡¡Te mataré!!! –gritó Nathan encolerizado, lanzándose contra el profesor Christian, pero se tropezó cayendo al suelo y dando tiempo al profesor de apretar el gatillo.
-Mi dedo... –susurró Christian -. Está... paralizado... no puedo disparar... estamos infectados...
-¡¡¡No!!! –gritó Nathan dándose cabezazos contra el suelo.
-Míralo por el lado bueno, te recordarán aunque no sea por tus méritos, al menos mientras sean conscientes...
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martes, 25 de agosto de 2009

Resulta irónico, por Varin.

Scott era el más novato de todos, no hacía ni un trimestre que estaba a bordo con nosotros. Hugo y Ralph eran los más antiguos y por tanto el capitán y, por así decirlo, el segundo al mando respectivamente. Llevaban en la nave desde que se construyó, hacía ya tres años en torno a un asteroide que orbitaba junto a muchos otros entre Marte y Júpiter, aunque algo más cerca de éste último.

Yo, en cambio, hacía justamente hoy mi primer año, sin duda habría sido una gran fiesta de celebración como en un cumpleaños de no ser por las pesadas bromas matutinas de Ralph. Al parecer, mientras yo dormía placidamente en un diminuto cubículo que podría llamar como “mi camarote”, el segundo al mando se dedicó a llenarme el pelo de tinte rosa, de esos tintes que se han puesto de moda desde hace menos de una década, con los que sólo bastan dos gotas para volverle a uno todo el cabello del color que se quiera, y con cuatro hasta el vello corporal. Para suerte mía tan sólo me aplicó dos gotas en el cabello, provocando la risotada entre todos ellos al levantarme con los pelos alborotados de mi siesta, incluso a Scott, que estaba algo nervioso por ser este su primer vuelo más allá del interior del sistema solar. Los demás habíamos viajado un par de veces antes para colocar unos telescopios y algunos aparatos más de medición, pero también compartíamos algo de ese nerviosismo.

Pero aquella mañana pese a mi enfado por la pesadez de la broma, parecía que todos estábamos algo más relajados como desde el día en que partimos de la base de Cástor. No me pregunten porque tenía este nombre, hace años oí que se debía a que la primera colonia en el asteroide fue liderada por dos hermanos que eran géminis y la llamaron Cástor y Pólux. Finalmente para abreviar tan sólo se le llamó Cástor, pero esa es otra historia que no concierne.

La comida transcurrió tranquila, después mientras Hugo descansaba tocaba mi turno de estar en el puente de mando junto a Scott revisando los instrumentos. Una labor realmente aburrida ya que en estas naves tan automatizadas nunca suele fallar nada, excepto si algún pequeño asteroide choca contra el casco, cosa que rara vez ocurría y que la propia computadora de la nave solucionaba en segundos. Así que el rato era aprovechado para trabar amistad con el compañero de turno.

-¿Qué le ocurrió a vuestro antiguo oficial médico de abordo? –me preguntó Scott, quien ahora desempeñaba esa función.

-Le salió un empleo mejor en una base marciana –le respondí -, se llamaba Fred, era algo reservado pero me caía bien. Al parecer allí podía estar junto a su familia y el salario era algo mayor.

-Quizá el espacio sólo sea para los tipos solitarios como nosotros.

-¿Qué te hace pensar eso? –quise saber terminándome de un sorbo el café que me quedaba en la taza.

-Por lo que tengo entendido Hugo no está casado, Ralph se divorció y tú...

-He tenido algunas novias, sólo trato de tomarme un tiempo para mi mismo. ¿Y tú?

-No tengo novia, ni soy muy querido por mis amigos. Prefiero el espacio, es más solitario y me siento más cómodo.

-Pues yo en estos sillones acabo con dolor en las nalgas de lo incómodos que son.

-¿Cuánto tardaremos en llegar?

-En otro mes habremos llegado.

-Nunca había estado tanto tiempo en el espacio sin hacer una parada en alguna estación.

-Ni yo Scott, y por lo que se Hugo y Ralph tampoco, en esta misión somos novatos los cuatro.

Sin duda toda la misión era algo bastante atípica pero bien remunerado por el gobierno, sin embargo, eso no impedía que creciera dentro de nosotros un nerviosismo que a lo largo de los días iba en aumento.

Hugo nos comunicó antes de salir de Pólux que nuestra próxima misión iba a ser muy importante, nos habían encomendado el objetivo de situar en la órbita de Júpiter varios satélites para estudiar a fondo el joviano y sus lunas. Seguramente pretendían montar allí alguna base en un futuro próximo para más tarde mandar exploraciones más allá del planeta. Lo que se podría traducir como que buscaban nuevos recursos en las lunas de Júpiter y más adelante de Saturno. Sí, un afán por expandirse y colonizar el sistema solar, y de paso ganar varios billones por el camino.

Aquel mes restante para llegar a nuestro destino fue de lo más aburrido, cada uno trató de matar el tiempo como mejor sabía. Hugo se mantenía ocupado revisando el sistema de la nave, saliendo al casco de la nave para ver el espacio junto con Scott y jugando al ajedrez contra el ordenador de abordo, pese a que siempre perdía, el pobre no dejaba de desistir. Ralph dedicó casi todo su tiempo a escribir un libro que él llamaba “El ser humano y el espacio exterior”, para él era como un estudio de todos nosotros y como nos comportábamos en la nave con el paso del tiempo. Scott a parte de sus escapadas con Hugo al exterior, ocupaba casi todas sus horas a ver unos videos sobre un deporte que le encantaba y yo... bueno, conseguí colar algunos videojuegos en el ordenador de la nave sin que nadie se diera cuenta, y cuando estaba sólo en el puente me divertía con ellos.

-Scott, ¿qué deporte es ese? –le pregunté minutos antes de llegar a nuestro destino.

-Es Fútbol Alex –me respondió -. ¿No ves que juegan con un balón en el césped?

-Sí, pero lo conducen con el pié, no con la mano, ni llevan protecciones.

-En Europa a esto le llamamos fútbol.

-Aahh, ya me acuerdo, en el país de mis padres lo llamaban la Mayor League Soccer, yo como nací en Marte no practique mas deporte que el atletismo.

-Pues en Europa tenemos una gran devoción por este deporte. Me traje estas reposiciones de antiguos partidos conmigo.

-Escucha Scott, estamos apunto de llegar, Hugo nos espera en el puente dentro de cinco minutos.

Allí estábamos los cuatro, sentados en nuestros asientos, Hugo y Ralph en los asientos principales, delante de los controles haciendo los últimos ajustes de la órbita, Scott y yo detrás de cada uno en nuestros asientos. Ralph pulsó un botón que tenía sobre su cabeza haciendo que unas planchas de titanio se apartaran de la proa de la nave, a mi me recordaba al efecto de quitarle la capota a un coche descapotable. Allí delante observábamos a Júpiter, nunca antes un ser humano había estado tan cerca y sin duda era sobrecogedora la vista. Ocupaba toda la ventana que había en la proa, ventana que nunca solía usarse, al ser todo el sistema electrónico era inútil mirar por una ventana al espacio, pero sin duda había sido instalada para situaciones como esta.

-Bueno, chicos –anunció Hugo – hay que salir para activar los satélites y comprobar que funcionan correctamente, primero iremos Alex y yo, a las dos horas nos sustituiréis. Vamos.

Nos pusimos nuestros trajes espaciales y salimos por la escotilla de babor. Tras abrir la bodega de carga donde se encontraban bien sujetos los satélites, Hugo y yo sacamos uno, lo encendimos, comprobamos la calibración de la órbita cotejándola con el ordenador de abordo y tras verificar que todo era correcto lo dejamos en su órbita. Así uno a uno con cinco de los diez satélites.

-¿Para que querrán tantos satélites? –pregunté para relajarme un poco. Estaba realmente excitado con la espeluznante y hermosa vista de Júpiter bajo mis pies.

-Intentarán desplegar una cobertura total alrededor del planeta –me respondió Hugo a través de la comunicación del traje espacial -. Si tratan de instalar colonias en las lunas querrán poder comunicarse con todas ellas aunque se encuentren detrás del planeta. Y como el campo magnético de Júpiter es tan potente, por eso usan este nuevo modelo de satélite.

Tras la pequeña charla habíamos acabado de preparar el quinto satélite, volvimos a la nave y nos quitamos el traje espacial. Entonces Scott y Ralph salieron al exterior para terminar la tarea. Hugo y yo nos situamos en el puente de mando, como previamente habían hecho nuestros compañeros, para comprobar el buen funcionamiento de sus trajes y el de los satélites.

Terminaron sin contratiempos la tarea y entraron a la nave.

-Muy bien chicos –nos felicitó Hugo -. Ahora sólo queda esperar un par de horas a que los satélites estén en su sitio colocados, comprobar que funcionan todos a la perfección y largarnos a casa.

-Y cobrar nuestro merecido salario –recordó Ralph.

Scott y Ralph, que acababan de entrar a la nave y estaban agotados, se dirigieron al comedor para reponer energías y descansar unas horas. Hugo me pidió que me quedara con él en el puente de la nave para ayudarle con la verificación de los satélites. Y eso fue lo que comenzamos a hacer cuando todos estuvieron en sus respectivos lugares, una hora y cuarenta y nueve minutos después. Pero algo no previsto ocurrió, un piloto azul se encendió en el cuadro de controles de Hugo.

-¿Qué ocurre? –pregunté con miedo a que algo fallara y hubiera que repetir toda la misión -. Los satélites comenzaron a funcionar perfectamente.

-Sí, funcionan bien, ese es el problema –me contestó resignado -. Han captado una señal de socorro cerca de Europa.

-¿Es extraterrestre? –quise saber lleno de excitación.

-Joder Alex, si fuera extraterrestre no sabría que es una señal de socorro.

-Esto no me gusta Hugo, creía que éramos los primeros en llegar a Júpiter.

-Yo también lo creía, esto es demasiado extraño, no me gusta nada.

Hugo hizo llamar inmediatamente a Scott y Ralph. En menos de un minuto habían llegado, se les explicó la situación y estaban tan abrumados como nosotros.

-¿Qué vamos a hacer? –quiso saber Scott.

-Estamos obligados a realizar el rescate –aclaró Hugo.

Llegamos a la luna en apenas una hora, la superficie era maravillosa, resplandecía todo el hielo de la superficie, y como una pequeña mota negra que cada vez se fue haciendo más grande apareció la nave.

Sin lugar a dudas era humana, tres veces más grande que la nuestra, casi un kilómetro y medio debía de medir.

Hugo trató de comunicarse por radio pero no hubo respuesta. Acoplamos la nave, él y yo subimos a bordo con nuestros trajes espaciales puestos.

Dentro apenas había un hilo de luz, por lo que echamos mano de nuestras linternas para poder andar por los pasillos de la nave. Hugo y yo nos separamos, el se dirigió hacia la proa para llegar al puente de mando y yo fui hacia la popa.

Toda la nave estaba desierta, sin nadie a bordo. Pasé por los camarotes y estaban vacíos, con los objetos personales de la tripulación aún en ellos, pasé el comedor, una especie de gimnasio hasta que me topé con una puerta que no logré abrir.

-He llegado al puente –anunció Hugo por la radio del traje.

-Aquí tengo una puerta que no puedo abrir, mira a ver si puedes darme acceso desde allí –le pedí.

-Estoy encendiendo el sistema de la nave –y la nave de nuevo se iluminó completamente -. Por lo que estoy viendo en el diario de abordo esta nave partió desde la Tierra hace dos años. Parece una nave de investigación, pero no encuentro nada relativo a la investigación o lo que ocurrió aquí.

Un chasquido en la puerta me sobresaltó y dí un salto hacia atrás.

-Puerta abierta.

-Joder Hugo, menudo susto me has dado –me quejé recobrando el aliento.

Abrí la puerta, parecía ser el laboratorio de la nave. Había varios ordenadores en diversas mesas, llenas de papeles dispersos por el suelo de la sala. Ojeé unas notas que aún estaban dentro de una carpeta bien cerrada, la abrí sobre la mesa y la emoción me embargó.

-¡¡Chicos, no os lo vais a creer!! -grité de emoción.

-Cálmate Alex, y dinos que ocurre –me tranquilizó Ralph.

-Acabo de encontrar unos informes que indican que encontraron vida en Europa. Bajo la corteza helada del planeta hay multitud de microorganismos, incluso algunos ostracodermos.

-No me gusta nada de esto... –señaló Hugo -. Una nave de investigación secreta abandonada en medio de Júpiter..., sin duda cuando la enviaron aquí sabían exactamente lo que iban a encontrar.

Repasé todas mis ideas lo más rápido que pude, sabía que Hugo tenía razón y que algo se nos escapaba... algo muy importante. “¿Por qué nos habían enviado allí justamente? ¿Esperaban que encontráramos aquella nave? ¿O acaso era eso exactamente lo que querían, que fuésemos allí para averiguar que le había ocurrido a aquella nave, con el pretexto de llevar aquellos satélites sin levantar sospechas?”

Seguí pasando páginas de aquellos informes en busca de más información, con la que completar las lagunas de todo este asunto. En cuestión de segundos di con lo que buscaba. “Los experimentos comienzan a dar frutos, los especimenes extraídos del satélite están adaptados a vivir en condiciones extremas, esto puede suponer un gran avance para el campo de trajes de combate y armas” leí.

“Como no, el ejército metiendo sus zarpas en todo el asunto para sacar beneficio. Alterando el ecosistema primitivo de Europa para aprovechar la adaptación de aquellos primeros animales a favor de mejorar su arsenal” pensé sin dudarlo un momento.

-Ya se que ha ocurrido aquí –anuncié a mis compañeros por la radio, pero ninguno respondió -. ¿Me escucháis?

Me quité el casco para comprobar si estaba funcionando correctamente la radio, cuando un tremendo golpe me alcanzó en la cabeza.

Desperté recostado en la cama de mi nave, con un tremendo dolor de cabeza. Ante mi había un ser que debía medir lo mismo que yo, casi 1,80 metros. Tenía la cabeza cubierta de escamas, dos ojos oscuros bastante separados pero sin llegar a estar completamente a cada lado de la cabeza, otorgándole seguramente un gran campo de visión. La forma de la cabeza era similar a la humana, exceptuando que donde debía tener las orejas tan sólo había un orificio, al igual que en la nariz, había sido sustituida por un pequeño orificio, bajo el cual uno ligeramente más grande debía de servir de boca. Sus brazos eran más largos, con tres dedos y un pulgar en cada mano. Vestía un traje oscuro bastante ceñido a la piel, que dejaba notar que en las zonas donde nosotros poseemos vello corporal aquel ser tenía escamas, diminutas como las de un pez.

-No se asuste –me dijo perfectamente en mi lengua, dejándome completamente atónito y sin habla -. Es una lástima para usted y sus compañeros que hayamos tenido que conocernos de este modo.

-¡¡¿Qué quieren? ¿Van a matarnos? ¿Es por lo de Europa verdad?!! –pregunté temblando de miedo.

-Cálmese por favor, si se excita demasiado no logrará comprenderme –me dijo apoyando su mano en mi hombro en un gesto afectuoso, que extrañamente logró calmarme de inmediato -. Nuestras especies se conocen desde hace 32 años humanos. Durante los cuales hemos mantenido discretamente contacto con sus gobiernos y establecido leyes y acuerdos en conjunto para que no cundiera el pánico. Me crea o no señor, somos una raza pacífica y no queremos ningún tipo de guerra ni dominación de su especie.

-¿Entonces que hacen aquí, en nuestro sistema solar?

-Eso es lo que voy a explicarle. Uno de nuestros acuerdo se basa en el hecho de que en tres satélites de su sistema solar estaban desarrollando vida desde hacía millones de años, pero su increíble adaptación a condiciones extremas les impedía evolucionar en algo más allá que microorganismos o peces, por así decirlo para que usted lo entienda. Nosotros les advertimos a su gobierno de que dejara a estas formas de vida primitivas en paz, que las dejasen vivir sin alterar su mundo ni entrar en contacto directo.

Pero al parecer decidieron no hacerlo así hace un año y medio, y tememos de que ustedes no hayan desistido y vuelvan de nuevo.

Le expliqué todo lo que sabía sobre nuestra misión a aquel ser, me comprendió a la perfección y en ningún momento me interrumpió. Tras un par de minutos en los que no había dejado de explicar la situación concluí y me dijo:

-Veo que han debido de engañarlos sin duda, sus otros tres compañeros me dijeron exactamente lo mismo.

-¿Están vivos?

-Claro –respondió produciendo un sonido casi de chasquidos que interpreté como una risa -. Están durmiendo, los fuimos despertando de uno en uno para explicarles la situación y escucharles como a usted, no hemos venido a matar a nadie.

-¿Entonces que quieren de nosotros?

-Verá, no podemos consentir que su especie avance sin medir las consecuencias de sus actos. No somos dos las especies que habitamos esta galaxia, por desgracia no todos somos pacíficos y el acto de ustedes podía ser interpretado como un acto de guerra.

Desobedecieron uno de nuestros acuerdos con el fin de investigar, no a favor de su raza, lo hicieron con fines destructivos.

-¿Se refiere a fines militares?

-Exactamente. Los humanos han de progresar, igual que nosotros y muchos otros, pero no pasando por encima de nuevas formas de vida o de otras especies inteligentes. Hemos estudiado a su especie desde hace miles de años y no dejamos de preocuparnos. Suponen un gran riesgo para la vida en la galaxia, casi destruyen su propio planeta. ¿Qué harían con el planeta de otra especie como la nuestra?

Entienda que esto mismo se preguntan otras especies inteligentes y nosotros sólo queremos protegerles a ustedes.

-¿Por qué lo hacen?

-¿Por qué no deberíamos hacerlo? Es una gran satisfacción encontrar vida inteligente en otros mundos, nosotros les descubrimos a ustedes y por ello debemos velar por su seguridad y progreso. Así en el futuro podremos ayudarnos intercambiando recursos y conocimientos, es una práctica realmente divertida y provechosa.

-¿Y qué van a hacer con nosotros?

-Esto es lo que quería yo preguntarle, puede decidir volver a casa, nosotros nos encargaremos de ello, desgraciadamente tendremos que borrarle todos sus recuerdos sobre este asunto, más por la seguridad de ustedes que por la nuestra. O puede decidir acompañarnos, aprender sobre nosotros y junto a los otros humanos ayudarnos en la tarea de cuidar de ustedes.

-¿Otros humanos?

-Claro, parte de la tripulación de la nave que investigaba aquí decidió unirse a nosotros, no estaban conformes con lo que les ordenaron hacer. Y prefirieron redimirse ayudándonos.

Tras pensarlo durante unos minutos, y discutirlo con mis compañeros que habían sido despertados, todos decidimos que lo mejor sería ayudar a aquellos seres, que en definitiva sería ayudarnos a nosotros mismos. Nos acogieron en su nave.

Al cabo de una semana llegamos a una estación espacial cercana a su mundo de origen, allí gracias a su enorme tecnología nos educaron en cuestión de un mes. Comprendíamos su idioma, su historia, como funcionaban sus naves y su biología. Nos aceptaron como otros más de su raza sin privarnos de ningún conocimiento.

Todo esto fue hace casi diez años, lo recuerdo con gran cariño y algo de nostalgia. Entonces era uno más, una persona que cree ser feliz por lo ignorante que es hasta que comprende la realidad. Después claro que volví a ser feliz, pero era realmente difícil para nosotros, los humanos que allí estábamos. No dejamos ni un día de avergonzarnos por los actos que cometió la humanidad.

Violaron numerosos acuerdos, siguieron investigando en Europa y otros tantos mundos más, con el afán de lograr una tecnología bélica más eficaz. Introdujeron bacterias y organismos indígenas en aquellos mundos donde investigaron, arrasando con toda forma de vida autóctona en tan solo una década, no hubo forma de pararlos.

Ayer, estos seres que se llaman así mismos gulaks, iniciaron una asamblea respaldada por nosotros en presencia de los más ancianos y sabios de su planeta. Por mucho que me pese, se que hemos actuado correctamente y la decisión fue unánime. Hay que atacar a la humanidad, el hombre se ha vuelto demasiado hostil y peligroso, tanto para ellos mismos como el resto de formas de vida. Ya habían logrado acabar con tres formas de vida que había en el sistema solar, ¿qué no harían una vez salieran de él?

Todos los gulaks allí presentes comenzaron a producir unos rugidos indescriptibles, al principio era ensordecer, pero en cuanto nos acostumbramos al sonido pudimos reconocer lo que decían. Cantaban, era una canción de pena, un réquiem por nuestro mundo.

Resulta realmente irónico. Nos dirigimos en miles de naves hacia el sistema solar para poner fin a nuestra raza, para preservar la vida de otros millones de especies que habitan en el universo, sin embargo, no siento tristeza. Quizá mi propia raza se ha ganado mi desprecio, pero ellos, los gulaks, están comenzando a llorar según nos vamos acercando.

Lloran por nosotros, por los humanos. Sí, realmente irónico.
Sin duda ellos aman más a nuestra especie y a nuestro mundo de lo que jamás lo hemos amado nosotros mismos.
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domingo, 23 de agosto de 2009

Bienvenida y temática del blog

Este blog ha sido creado inicialmente para ir publicando pequeños relatos. Generalmente serán de ciencia-ficción, pero el género es abierto, por lo que también se irán incluyendo relatos de fantasía, amor, drama, etc...

Esperamos que todos disfrutéis leyendo nuestros relatos, al igual que nosotros escribiendolos. Aceptamos gustosos todas las críticas constructivas que ayuden a mejorar, para ir haciendo mejores relatos en el futuro. Y por supuesto también se puede debatir aquellos relatos que tengan algún mensaje o moraleja, enfocando cada persona su punto de vista; lo que no quiere decir que por ello no respetemos a otros usuarios, ante todo respeto a las ideas de los demás y nada de insultar, por favor.

Muchas gracias y divertios. Leer más...