sábado, 29 de agosto de 2009

Supervivencia, por Varin

El experimento marchaba realmente bien, hacía apenas dos semanas que ya empezaron a experimentar con ratas. Y con suerte, si seguían aquellos resultados satisfactorios que estaban cosechando hasta la fecha, lograrían dar el siguiente salto para experimentar con chimpancés, y por último con un ser humano.

Todo había empezado para Christian un mes atrás. Se encontraba tranquilo, sentado en su despacho, ojeando el periódico, como hacía cada mañana al terminar de impartir sus clases de inmunología a los futuros científicos.
Tenía el cabello escaso y cano, los cuarenta le habían hecho perder la melena que había poseído en su juventud, ahora que comenzaba con los cincuenta no pretendía, ni quería, parecer joven. Sus ojos azules se clavaban en la tira cómica, que tanto le encantaba ojear al mediodía y con su mano derecha se rascaba el bigote que empezaba a asomarle, había olvidado afeitarse aquella mañana.
Un leve golpe de nudillos le hizo levantar la vista, doblar el periódico y dejarlo sobre la mesa para cuando un hombre mucho más joven que él entró en el despacho. Su cabello era negro y bien peinado hacia atrás, demasiado formal. Debía de medir casi 1,85 metros, unos pocos centímetros más alto que él. Su porte era elegante y serio, lo que hizo al doctor saltar de su asiento y ponerse en pie.

-¿Es usted el doctor Christian Willender? –preguntó el intruso.
-Sí, soy yo –respondió molesto por la intrusión -. ¿Quién lo pregunta?
-Me llamo Paul Teddens –se presentó estrechando ambos sus manos con algo de recelo por parte de Christian -. Necesito que venga conmigo señor. Tengo órdenes de escoltarle.
-¿Escoltarme? ¿Adónde? –se enfureció el doctor, ya que no tenía la más mínima intención de abandonar su rutina aquel día.

Dos hombres bastante grandes, que casi parecían armarios, entraron en el despacho del doctor, a lo que este dedujo:
-Veo que son ustedes del ejército o algo parecido.
-¿Nos acompañará ahora?
-Sí, no tengo escapatoria, si me niego me llevarán por la fuerza, ¿tengo razón?
-Me temo que sí, por favor, venga por aquí.


Le condujeron fuera de la universidad hacia un todo terreno con los cristales tintados, una vez dentro volvió a preguntar a sus captores el motivo de aquel “secuestro”, pero nadie quiso contestarle.
Llegaron en pocos minutos a un helipuerto, donde le condujeron hasta un helicóptero. Subieron sus tres captores, más un piloto y un copiloto, los cuales tampoco le pudieron aportar nueva información.

Tras varias horas de viaje, en las cuales perdió de vista la tierra firma durante casi todo el viaje, llegaron a una isla. Estaba completamente cubierta por un frondoso bosque, excepto en una zona, cerca del norte de la isla, donde había un espacio de tierra lisa y despejada, junto a un edificio de dos plantas, que seguramente era a donde le llevaban.

-¿Profesor Willender? –preguntó un hombre que vestía una bata blanca, con aspecto joven, el cabello corto y castaño y con un gesto amigable en la cara -. Soy Nathan Keller, es un honor conocerle.
-¿Nathan Keller? ¿El microbiólogo? ¿Por qué me han traído aquí? –quiso saber. Confundido bajó del helicóptero y fue conducido dentro del edificio por Nathan.
-Sí, el mismo. Siento mucho haberle hecho venir de esta forma, pero me advirtieron de que quizá sólo vendría por la fuerza.
-Bueno, ¿me va a explicar de una vez que hago aquí?
-Por supuesto, acompáñeme por aquí.

Ambos entraron en el edificio, el doctor Christian fue conducido a una sala donde había un armario, una mesa y dos sillas. Nathan se sentó en una con una carpeta esperando a que el “invitado” hiciera lo mismo.

-Todo lo que aquí le voy a explicar y vamos a hablar no debe salir de esta sala, es absolutamente confidencial.
-Eso ya me lo imaginaba –rechistó mirando a su alrededor -. De no ser así no me habrían secuestrado y traído aquí con tanta urgencia.
-Verá, necesitamos su ayuda, llevamos trabajando en este proyecto cerca de medio año y no conseguimos avanzar, alguien comentó que su ayuda quizá nos vendría bien.
-¿Qué proyecto? ¿De qué demonios me está hablando?
-Perdóneme doctor, se lo explicaré –abrió la carpeta y comenzó a ordenar en pequeños montones las hojas que guardaba -. Hace ocho meses murió un varón de unos treinta años en San Francisco, lo inusual de esta muerte fue el informe del forense, en el que mencionaba que al cadáver le faltaba el aparato digestivo.
-¿Donaron sus órganos?
-Sí, o se los robaron, eso debió de pensar el tanatorio, ya que no indagaron demasiado en el asunto. Este hecho habría pasado por alto de no ser porque a las dos semanas murió otra persona, en Riverside, una adolescente de diecinueve años, un coche le atropelló, pero una vez más cuando en el tanatorio le practicaron la autopsia, descubrieron que a ella también le faltaba el aparato digestivo.
Dos casos no habrían pasado de una mera curiosidad, de no ser porque hubo un tercero cuarto y quinto, en la ciudad de Austin, cuatro días después. Dos mujeres, de cincuenta y tres años y cuarenta y ocho, y un hombre de cuarenta y dos años, murieron en un accidente de tráfico, y a los tres les faltaba el aparato digestivo.
Ahí fue cuando en el departamento científico de la ciudad se puso a investigar a fondo los cadáveres, sin pensar en un robo u otro asunto. Al cabo de una semana de pruebas y más pruebas, descubrieron algo, una bendición y a la vez una maldición. Aquellas personas poseían en su cuerpo un nuevo tipo de bacteria.
-¿Es esto una broma?
-Ni mucho menos, es la pura verdad.
-¿Cómo es eso posible? ¿Eran sujetos de algún tipo de investigación?
-En absoluto doctor. Nada más realizar ese descubrimiento se llamó al FBI y al ejército. Aislaron los cadáveres, se hicieron traer los otros dos que habían sido descubiertos anteriormente, y, por supuesto, hubo que aislar a las personas que tuvieron contacto directo con los cuerpos.
-Imagino que fue usted el encargado de dar esa orden.
-Efectivamente, es el protocolo de seguridad ante un agente bacteriológico desconocido.
-Por favor, vaya al grano... –rogó Christian que empezaba a estar harto con tanta explicación.
-Claro, discúlpeme. Lo que quiero decirle es que la bacteria que hemos descubierto adopta una actitud de simbiosis con su portador.
-¿Simbiosis? ¿Entonces es inofensiva?
-No, por eso le necesitamos a usted. La bacteria aporta grandes beneficios al huésped, es capaz de romper moléculas y formar nuevas a su antojo.
-¡Dios mío! –gritó perplejo.
-Eso mismo pensé yo, por lo que hemos investigado es capaz de absorber la humedad de esta sala, por ejemplo, para hidratar a su huésped.
-¡Que maravilla!
-No es todo, escuche, también hemos tenido a los huéspedes sin alimentar durante días, y las bacterias les han proporcionado alimento, claro que el huésped antes ha tenido que consumir materia inorgánica.
-¿Cómo es eso posible?
-Parece ser que la bacteria es capaz de separar el carbono que hay en otros objetos, tierra, láminas de metal, casi cualquier cosa que se pueda imaginar. Separa el carbono y lo une con el oxigeno y el hidrógeno que fácilmente encuentra en la humedad del aire. Otorgando al huésped una supervivencia casi perfecta.
-¿Casi?
-Sí, esto son los puntos positivos del asunto... Me temo que los negativos le defraudaran bastante. La bacteria hace la función completa de digestión, los desechos los expulsa a través del aire, o con leves vómitos.
-Por eso les faltaba el aparato digestivo a aquellas personas.
-Exacto, al cabo de cincuenta horas la bacteria digiere por completo el aparato digestivo del huésped, a partir de entonces se empieza a observar una conducta algo salvaje.
-¿Quiere decir que se vuelven agresivos?
-Sí, aún no estamos seguros del por qué. Creemos que puede deberse a un control nervioso de la bacteria, ya que entre los huéspedes no se atacan.
-¿Han observado alguna otra anomalía en los huéspedes?
-No doctor, su ciclo de sueño no se altera, la presión sanguínea, el ritmo cardiaco... Todo es absolutamente normal, por eso no logramos entender a que se debe este comportamiento tan salvaje. Este es el motivo por el que queríamos que viniera, la finalidad del experimento es conseguir una cura, por así decirlo, contra esta actitud agresiva. Si lográramos implementar las bacterias en seres humanos, con la certeza de que estos seguirán siendo tal y como eran... Piense en la increíble supervivencia que podría tener un soldado en el campo de batalla. O la de personas que no se morirían de hambre, lo que ahorraríamos en productos de alimento. Sobre todo sería un gran avance para poder enviar misiones tripuladas más allá de Marte, piénselo, no habría que preocuparse en absoluto de alimentar a los astronautas, podrían ir y volver perfectamente.
-Sin duda sería un salto gigantesco en la supervivencia humana bajo fuertes condiciones adversas.



El profesor Christian Willender aceptó con gran entusiasmo colaborar en aquel prometedor proyecto. Harían historia si conseguían aquel avance científico.



Durante el tiempo que estuvo el profesor Willender trabajando en el experimento hicieron grandes progresos. Descubrieron que la bacteria no infectaba a otros seres vivos, siempre y cuando el huésped siguiera vivo. Si este fallecía, el cadáver era capaz de infectar a todo ser vivo que habitase en veinte metros a la redonda durante 30 horas. Después, una sola bacteria era capaz de infectar a un ser vivo y comenzar de nuevo el ciclo.
Pero el gobierno había pensado en todo. El complejo donde se llevaba a cabo el experimento, estaba a trescientos metros de profundidad bajo lo que parecía ser un edificio, el único que había en la isla.
Disponían de una zona de aislamiento donde tenían a las personas que entraron en contacto con los primeros cadáveres, puesto que habían sido infectadas por la bacteria, tenían que permanecer controladas y aisladas. Y algunos animales con los que más tarde comenzaron a experimentar. Pero por seguridad no había ningún sistema de emergencia, para que nadie pudiera entrar ni salir.
También abrieron una investigación para determinar de donde procedía aquella bacteria, según algunos científicos, seguramente se debía a una mutación de otra ya existente. Otros especulaban con la posibilidad de haber sido originada en un laboratorio de forma secreta, quizá de algún país de oriente. Pero eso no era lo que importaba, lo importante era encontrar la cura, para usar aquella bacteria a favor de la humanidad.




-Hay dos ratas que se muestran inmunes al estado salvaje de la bacteria –anunció Nathan -. Dentro de poco ya comenzaremos a experimentar con chimpancés.

Todo el equipo de investigación aplaudió con gran entusiasmo la noticia. El doctor Willender, suspiró aliviado, sintió que al fin tanto trabajo y horas sin dormir, atiborrándose a café, daban su fruto.
Se retiró a su habitación para descansar como no lo había hecho en días, era pequeña, pero poseía todo lo que necesitaba, una cama y un baño. Dejó su bata blanca tirada en el suelo, se quitó los zapatos y el pantalón., cogió de una mini nevera, que tenía allí instalada, una botella de agua, y tras bebérsela se tumbó en la cama.



Las alarmas retumbaban por todo el complejo, fuera de la habitación se oían golpes y gritos. En un segundo Nathan había entrado al cuarto, cerrado la puerta con llave y guardado su pistola en un bolsillo de la bata.

-¿Qué diablos ocurre Nathan? –preguntó Christian perturbado por la intromisión y las alarmas.
-Lo siento profesor, ha ocurrido lo peor, un huésped ha conseguido escapar de su celda de aislamiento, no se exactamente que ha ocurrido pero ha matado a un investigador y partido los brazos a otro.
-Joder, esto es más grave de lo que pensaba, ¿qué vamos a hacer ahora?
-Tenemos que ir por este pasillo a la derecha, subir al siguiente nivel y activar la purga.
-¿Qué purga? ¿De que demonios me está hablando?
-Hicimos instalar válvulas por todo el complejo, dispararán halón al activarlo.
-Sí, eso debería eliminar a esa bacteria. En las pruebas no conseguía sobrevivir sin oxígeno, ¿hizo instalarla usted?
-Por supuesto, también hice instalar una sala aislada. Tenemos dos minutos para activar el gas y ponernos a salvo.


Corrieron por el pasillo, allí dos ratas encolerizadas, mordían a un científico que trataba de zafarse de ellas. Detrás oyeron el ruido de otra científica gritando, uno de los huéspedes humanos iba tras ella, la golpeó en la espalda haciéndola caer al suelo. La escena era horrorosa, algunos científicos y personal de mantenimiento trataban de subir al ascensor, tirando en el camino a otras personas que huían como ellos.
Por suerte llegaron pronto a una sala, cerraron la puerta con llave, y en un ordenador, Nathan comenzó a teclear la secuencia para activar la purga.
Una vez activada, Nathan avisó al profesor Christian, y ambos salieron de nuevo al pasillo, corriendo entre la multitud que subía al ascensor. Llegaron a la sala sin que nadie se percatara de que ellos no intentaban subir al ascensor, cerraron la puerta tras de si y el profesor Christian preguntó:
-¿Nadie más conoce la purga y esta sala?
-No, como jefe del experimento, la hice instalar en secreto para mantener la seguridad de todo el proyecto.
-Veo que se cubre bien las espaldas.
-No es sólo por mi Willender, es por la seguridad mundial, no podía permitir que nadie saliera contagiado de esta instalación. Por eso mismo no hay más datos de este proyecto y esa bacteria que los que tenemos aquí.


De pronto un fuerte zumbido sonó tras la puerta, las válvulas se habían abierto. Le siguió un fuerte golpe seco, la gente que se arremolinaba junto al ascensor estaría ahora cayendo asfixiada sin que se diera cuenta. Permanecieron unos segundos en completo silencio, casi un minuto, hasta que Christian rompió el silencio:
-¿Qué se supone que debemos hacer ahora?
-Tenemos una reserva de alimentos aquí, en esa puerta –dijo indicando al otro extremo de la sala, donde el doctor no había tenido tiempo de fijarse -. Hice instalar también un sistema de emergencia, en cinco u ocho días vendrá un equipo de salvamento.
-¿Y la gente que había en el edificio de arriba?
-Eran personas que necesitábamos para esterilizar su equipaje, a usted y a los alimentos que tenemos aquí abajo, por desgracia se fueron a casa hace tres semanas. Pero no se preocupe, ellos tampoco sabían nada sobre el proyecto, es alto secreto.
-Entiendo, se podría decir que tan sólo usted y yo somos los únicos que conocemos este proyecto.
-Así es –sonrió Nathan sacando su pistola de la bata -. Había pensado dejarle con vida puesto que su trabajo en el proyecto ha sido excepcional, y me vendría muy bien para retomarlo ahora que se ha estropeado todo. Pero justo cuando salimos de su cuarto, me acordé de que aún hay una muestra del componente que ha creado, bien aislada en el laboratorio que podré usar para reanudar el proyecto.
-Eres un sucio hijo de puta... ¿Piensas matarme para así adjudicarte el mérito y la creación de esa cura?
-Sí, sin duda eres listo profesor, no sólo para la inmunología. Ganaré millones vendiendo este producto y seguro que gano el premio Nóbel. Hice que unas cuantas ratas quedaran libres mientras dormían, y a dos huéspedes humanos con el propósito de que alguien hiciera saltar la alarma, así podría activar la purga de electrones, matar a todo ser viviente y dejarte a ti con vida para tener un testigo a mi favor. Aunque cuando veníamos analicé mejor la situación, decidí que era mejor deshacerme de ti y cargarte con la culpa de intentar sabotear el proyecto con el fin de adjudicarte tú todos los méritos.

Con un rápido movimiento, el profesor Christian empujó a Nathan contra la pared, dejándolo desarmado y recogiendo la pistola del suelo.

-Ahora estás en desventaja sucio tramposo, pero no te saldrás con la tuya.
-Yo no estaría tan seguro... aunque me mates no podrás otorgarte el mérito de la cura, en la base de datos de mi ordenador figura que en el laboratorio tengo aislada una muestra del componente, que yo mismo diseñé. Tú has sido borrado de la base de datos –y rió saboreando su victoria -. Aunque me mates ahora mismo no lograrás nada, yo seré condecorado póstumo y seré todo un héroe para la humanidad. En una semana, cuando vengan a rescatarnos, o rescatarte si decides matarme, te condenarán a ti por haber saboteado el proyecto
-Sin duda eres un científico retorcido y egoísta... Pero te equivocas en una cosa, no tienes ninguna muestra.
-¿Qué quieres decir?
-¿No recuerdas que hace cuatro días la bacteria había mutado por los anteriores componentes que le estuvimos inyectando?
-Claro que lo recuerdo, ahora se transmitía por contacto y sin necesidad de que el huésped falleciera, por eso te dije que metieras la mu....
-Exacto, yo metí la muestra –interrumpió Christian -, o la que creías que era la muestra. En el laboratorio lo único que hay es un frasco con agua y colorantes Nathan, no tienes ninguna cura.
-Maldito... tú eres mucho más retorcido que yo.
-No, sólo tenía sospechas de lo que intentarías hacer, había demasiado en juego y me cubrí las espaldas.
-¿Y que narices hiciste con la muestra?
-Sí te refieres a la buena cura te diré que la destruí, todo estaba en mi base de datos, como fabricarla, como adaptarla a otros mamíferos, pero tú, querido amigo, te has encargado de borrarlo todo. Ya no queda nada del proyecto, ningún avance, ninguna cura. En cambio tenemos a una bacteria mutada y mucho más agresiva y peligrosa.
-¡¡No!! ¡¡¡Te mataré!!! –gritó Nathan encolerizado, lanzándose contra el profesor Christian, pero se tropezó cayendo al suelo y dando tiempo al profesor de apretar el gatillo.
-Mi dedo... –susurró Christian -. Está... paralizado... no puedo disparar... estamos infectados...
-¡¡¡No!!! –gritó Nathan dándose cabezazos contra el suelo.
-Míralo por el lado bueno, te recordarán aunque no sea por tus méritos, al menos mientras sean conscientes...

8 comentarios:

  1. Mañana si puedo lo leo y comento por aquí mis impresiones. No te me enfades, jeje

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  2. Jajaja, vale, ya casi tengo otro terminado, aunque me he atascado un pelín.

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  3. Está bien, aunque ya sabes que a mi este estilo no me va mucho y la verdad, me ha gustado más el anterior que escribiste, jeje
    Aún así no está mal. Un besito.

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  4. Gracias Hanna, a mi también me gusta algo más el anterior.

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  5. Está muy bien, me ha gustado mucho. También se nota que juegas al resident evil jajajaj. Ya en serio me ha gustado bastante y por cierto ya he terminado el mio, asi que ya me diras algo y lo publicamos ok?

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  6. Me alegro, pues si quieres te habilito como autor y lo publicas en cuanto quieras, así te comentamos y lo leemos xD.

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  7. Un gran relato, si señor. No me esperaba un final así. Al leer este relato me he acordado de la Guía de supervivencia contra muertos vivientes, jeje

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  8. Jajajaja, muchas gracias, no era muy original pero bueno, todo es ir poco a poco. A ver si escribo algo estos días xD.

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