jueves, 17 de septiembre de 2009

Adelanto de la nueva parte de mi novela, por Varin

Su cabello castaño caía ligeramente sobre los hombros, reposando en su armadura plateada, sus ojos oscuros miraban la hoja de su espada que sujetaba con la mano derecha, apoyado en la hierba y con su espalda en un árbol limpiaba la sangre seca del filo con una tela empapada en alcohol.

-Buena victoria Axel.

Era un hombre de treinta y siete años, la piel estaba bastante envejecida por el castigo del sol y diversas cicatrices de batalla, una bastante profunda cortaba la ceja izquierda y bajaba hasta el párpado para seguir por la mejilla, otra menos profunda cortaba el labio inferior en dos. Aparentaba a primera vista casi los cincuenta años si no fuera por su espeso pelo oscuro que le cubría parte del rostro y del cuello. Sus brazos aparentaban ser tan fuertes como los de Axel pero su estatura era inferior.

-Gracias Hertz –sonrió y se secó el sudor de la frente para seguir limpiando el arma.
-Quien diría que sólo un batallón compuesto de doscientos soldados conquistaría Sidar –extendió el brazo derecho al hombro de su compañero en señal de afecto -. Eres un gran guerrero y estratega Axel, espero que tomen nota esos inútiles de Mostovika de lo que hoy has logrado aquí.
-Rezaré por ello, tengo muchas ganas de ver a mis hijos y sin un día de permiso en tres meses... es difícil acordarse de sus caras. ¿Acaso no fue por esto por lo que me dejó mi mujer?
-Lamentablemente sí –se quitó el guante derecho y sacó del cinturón una pequeña cantimplora que contenía algo de ron. Pegó un trago y ofreció a su amigo que instintivamente lo rechazo con una sonrisa. – Pero tus hijos seguirán siendo hijos tuyos aunque tardases una década en volver a verlos.
-No me refería a eso Hertz, es difícil luchar por alguien cuando apenas recuerdas su cara.
-A mi no me hacen falta caras –rió pegando un largo trago a la cantimplora -. Lo único que me hace falta es mi hacha, mi paga y alguna ramera al volver a mi casa. Nunca me he casado y dudo que lo vaya a hacer algún día, una mujer que aparte del dinero también quiere tu tiempo no puede ser bueno.
-Mira que eres simple –bromeó enfundando su espada ya limpia y reluciente -. Algún día cuando te veas viejo, solo y arrugado lamentarás no haberte casado al menos una vez.
-Espero que cuando llegue ese día me maten en el campo de batalla. Vivir sin que se te pueda levantar... no es vida. Antes prefiero morir con honor. Y hablando de morir, ¿cuánto tiempo más tendremos que permanecer en este sitio? Como siga aquí un día más me moriré, odio este sitio.
-Mañana llegarán refuerzos de Mostovika y las nuevas órdenes, aguanta un día más y podremos partir –levantó la vista contemplando el paisaje que tenía alrededor, tras el estaba el campo de batalla, a espaldas del árbol, lleno de cadáveres, sangre y cuervos comiendo la carne muerta que salpicaba el paisaje. Delante tenía una hermosa pradera, llena de hierba y salpicada de algunos rosales y dientes de león, de los cuales algunos pétalos flotaban por el aire, un poco más lejos se encontraba un río que procedía de unas montañas al norte y pasaba por Sidar antes de desembocar en el mar unos kilómetros más adelante -. No entiendo por qué no te gusta este lugar, es bastante bonito y tranquilo.
-Odio cualquier sitio en el que no haya fiesta –dio un último trago a su cantimplora y bajó la vista para colocarla de nuevo en el cinturón, descubriendo sangre reciente en la hierba junto a Axel. Alargó la mano derecha, retiró la capa de su rodilla izquierda dejando al descubierto un pequeño corte en la pierna -. Joder Axel, algún desgraciado consiguió rozarte.
-Es el riesgo que se corre luchando, sólo es un rasguño. Iré a que me lo curen –anunció levantándose sin esfuerzo a la vez que su compañero.
-Creo que tendrás que ir a Sidar para conseguir desinfectantes y vendas, llevamos tres semanas sin recibir suministros, les dije a varios soldados que fueran en busca de material para curar a nuestros camaradas pero no se cuanto tardarán.
-Hertz, sabes de sobra que tenemos prohibida la entrada a las ciudades que hemos liberado recientemente.
-Yo me paso las normas de la capital por la entre pierna –maldijo emprendiendo la marcha hacia la entrada de la ciudad, Axel pronto comenzó a andar tras su amigo -, también nos prometieron grandes recompensas, que no nos faltarían suministros y días libres, en cambio aquí estamos a medio millar de kilómetros de casa, luchando día tras día sin descansar, sin apenas provisiones para alimentarnos ni curarnos y eso sin mencionar que llevo dos semanas sin meterla en nada que no sea un retrete. Que les jodan a esos malditos burócratas y todas sus leyes.
-Cálmate amigo, tan sólo es un rasguño, puedo esperar unas horas para curármelo junto con los demás soldados –intentó calmarle acelerando el paso.
-No es eso Axel, tú te has dejado la piel tanto como yo para liberar esta ciudad y como mínimo te mereces algún trato especial, así que esa herida se va a curar ahora mismo como me llamo Hertz Mertel.

Avanzaron entre los cuerpos del campo de batalla espantando a una gran cantidad de cuervos a su paso, los soldados que habían luchado se apostaban cerca de la entrada a Sidar ayudando a los heridos que se encontraban en unas rudimentarias camillas.
La ciudad estaba rodeada de una muralla tallada de piedra, al igual que todas las casas y comercios que había en la propia ciudad. Un arco de piedra de cinco metros de alto y casi tres de ancho componían la entrada junto con una verja de acero que se encontraba ahora levantada. Dos soldados que vigilaban la entrada les miraron fijamente tratando de disuadirles en su marcha pero Hertz aceleró arremetiendo contra ellos.
Una vez dentro se habría una calle ancha que se dividía en muchas otras a ambos lados para dar a calles paralelas a lo largo de la ciudad, conformando un círculo alrededor de la plaza principal de la ciudad.
Las calles estaban llenas de ciudadanos que habían combatido defendiendo su ciudad y ahora atendían sus heridas sus esposas, sus hijos o sus padres. Un hombre mayor que caminaba algo jorobado era ayudado por un chico joven, de dieciséis años y ambos iban rociando la calle con serrín para evitar que la gente se resbalara con la sangre. Cuatro personas con capuchas negras tiraban de un gran carro donde había una montaña de cadáveres, iban y venían de fuera de la muralla a dentro de la ciudad trayendo a los ciudadanos que habían perecido en la batalla.
Algo sobrecogidos por la escena que se encontraron dentro de la ciudad aminoraron el paso tratando de buscar algún comercio donde comprar lo que necesitaban.

6 comentarios:

  1. Está muy bien Varin. Las descripciones de los personajes han mejorado muchísimo.

    No he podido leerlo del todo, pero lo poquito que he visto se nota que has mejorado bastante :)

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  2. Muchas gracias :), la nueva parte tiene un estilo diferente y algo mejor. Por eso lo separé en otra parte jejeje. A ver si en breve puedo seguir escribiendo más que ya llevo 135 páginas y aún queda mucho por desarrollar xD. Por cierto, Anónimo quien eres? xDD.

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  3. Pues quién va a ser muyayo!! XD
    Es que no sabía poner nombre, jejeje.

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  4. Como han dicho, las descripciones han mejorado mucho. En esta segunda parte se ve además un mundo más maduro, con profundidad y una historia épica.

    Tengo ganas de leer la primera parte y ver los progresos que vas haciendo con la segunda.

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  5. Muchas gracias, también ha pasado tiempo entre la primera y la segunda parte, tiempo que he aprovechado para leer mucho y mejorar. Aún así quiero repasar bien la primera parte para corregir cosas y seguir con la segunda, que escribí unas cuantas páginas más jejeje.

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  6. Que bien, ¿y para cuando más relatos? Yo quiero leer más!

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