martes, 25 de agosto de 2009

Resulta irónico, por Varin.

Scott era el más novato de todos, no hacía ni un trimestre que estaba a bordo con nosotros. Hugo y Ralph eran los más antiguos y por tanto el capitán y, por así decirlo, el segundo al mando respectivamente. Llevaban en la nave desde que se construyó, hacía ya tres años en torno a un asteroide que orbitaba junto a muchos otros entre Marte y Júpiter, aunque algo más cerca de éste último.

Yo, en cambio, hacía justamente hoy mi primer año, sin duda habría sido una gran fiesta de celebración como en un cumpleaños de no ser por las pesadas bromas matutinas de Ralph. Al parecer, mientras yo dormía placidamente en un diminuto cubículo que podría llamar como “mi camarote”, el segundo al mando se dedicó a llenarme el pelo de tinte rosa, de esos tintes que se han puesto de moda desde hace menos de una década, con los que sólo bastan dos gotas para volverle a uno todo el cabello del color que se quiera, y con cuatro hasta el vello corporal. Para suerte mía tan sólo me aplicó dos gotas en el cabello, provocando la risotada entre todos ellos al levantarme con los pelos alborotados de mi siesta, incluso a Scott, que estaba algo nervioso por ser este su primer vuelo más allá del interior del sistema solar. Los demás habíamos viajado un par de veces antes para colocar unos telescopios y algunos aparatos más de medición, pero también compartíamos algo de ese nerviosismo.

Pero aquella mañana pese a mi enfado por la pesadez de la broma, parecía que todos estábamos algo más relajados como desde el día en que partimos de la base de Cástor. No me pregunten porque tenía este nombre, hace años oí que se debía a que la primera colonia en el asteroide fue liderada por dos hermanos que eran géminis y la llamaron Cástor y Pólux. Finalmente para abreviar tan sólo se le llamó Cástor, pero esa es otra historia que no concierne.

La comida transcurrió tranquila, después mientras Hugo descansaba tocaba mi turno de estar en el puente de mando junto a Scott revisando los instrumentos. Una labor realmente aburrida ya que en estas naves tan automatizadas nunca suele fallar nada, excepto si algún pequeño asteroide choca contra el casco, cosa que rara vez ocurría y que la propia computadora de la nave solucionaba en segundos. Así que el rato era aprovechado para trabar amistad con el compañero de turno.

-¿Qué le ocurrió a vuestro antiguo oficial médico de abordo? –me preguntó Scott, quien ahora desempeñaba esa función.

-Le salió un empleo mejor en una base marciana –le respondí -, se llamaba Fred, era algo reservado pero me caía bien. Al parecer allí podía estar junto a su familia y el salario era algo mayor.

-Quizá el espacio sólo sea para los tipos solitarios como nosotros.

-¿Qué te hace pensar eso? –quise saber terminándome de un sorbo el café que me quedaba en la taza.

-Por lo que tengo entendido Hugo no está casado, Ralph se divorció y tú...

-He tenido algunas novias, sólo trato de tomarme un tiempo para mi mismo. ¿Y tú?

-No tengo novia, ni soy muy querido por mis amigos. Prefiero el espacio, es más solitario y me siento más cómodo.

-Pues yo en estos sillones acabo con dolor en las nalgas de lo incómodos que son.

-¿Cuánto tardaremos en llegar?

-En otro mes habremos llegado.

-Nunca había estado tanto tiempo en el espacio sin hacer una parada en alguna estación.

-Ni yo Scott, y por lo que se Hugo y Ralph tampoco, en esta misión somos novatos los cuatro.

Sin duda toda la misión era algo bastante atípica pero bien remunerado por el gobierno, sin embargo, eso no impedía que creciera dentro de nosotros un nerviosismo que a lo largo de los días iba en aumento.

Hugo nos comunicó antes de salir de Pólux que nuestra próxima misión iba a ser muy importante, nos habían encomendado el objetivo de situar en la órbita de Júpiter varios satélites para estudiar a fondo el joviano y sus lunas. Seguramente pretendían montar allí alguna base en un futuro próximo para más tarde mandar exploraciones más allá del planeta. Lo que se podría traducir como que buscaban nuevos recursos en las lunas de Júpiter y más adelante de Saturno. Sí, un afán por expandirse y colonizar el sistema solar, y de paso ganar varios billones por el camino.

Aquel mes restante para llegar a nuestro destino fue de lo más aburrido, cada uno trató de matar el tiempo como mejor sabía. Hugo se mantenía ocupado revisando el sistema de la nave, saliendo al casco de la nave para ver el espacio junto con Scott y jugando al ajedrez contra el ordenador de abordo, pese a que siempre perdía, el pobre no dejaba de desistir. Ralph dedicó casi todo su tiempo a escribir un libro que él llamaba “El ser humano y el espacio exterior”, para él era como un estudio de todos nosotros y como nos comportábamos en la nave con el paso del tiempo. Scott a parte de sus escapadas con Hugo al exterior, ocupaba casi todas sus horas a ver unos videos sobre un deporte que le encantaba y yo... bueno, conseguí colar algunos videojuegos en el ordenador de la nave sin que nadie se diera cuenta, y cuando estaba sólo en el puente me divertía con ellos.

-Scott, ¿qué deporte es ese? –le pregunté minutos antes de llegar a nuestro destino.

-Es Fútbol Alex –me respondió -. ¿No ves que juegan con un balón en el césped?

-Sí, pero lo conducen con el pié, no con la mano, ni llevan protecciones.

-En Europa a esto le llamamos fútbol.

-Aahh, ya me acuerdo, en el país de mis padres lo llamaban la Mayor League Soccer, yo como nací en Marte no practique mas deporte que el atletismo.

-Pues en Europa tenemos una gran devoción por este deporte. Me traje estas reposiciones de antiguos partidos conmigo.

-Escucha Scott, estamos apunto de llegar, Hugo nos espera en el puente dentro de cinco minutos.

Allí estábamos los cuatro, sentados en nuestros asientos, Hugo y Ralph en los asientos principales, delante de los controles haciendo los últimos ajustes de la órbita, Scott y yo detrás de cada uno en nuestros asientos. Ralph pulsó un botón que tenía sobre su cabeza haciendo que unas planchas de titanio se apartaran de la proa de la nave, a mi me recordaba al efecto de quitarle la capota a un coche descapotable. Allí delante observábamos a Júpiter, nunca antes un ser humano había estado tan cerca y sin duda era sobrecogedora la vista. Ocupaba toda la ventana que había en la proa, ventana que nunca solía usarse, al ser todo el sistema electrónico era inútil mirar por una ventana al espacio, pero sin duda había sido instalada para situaciones como esta.

-Bueno, chicos –anunció Hugo – hay que salir para activar los satélites y comprobar que funcionan correctamente, primero iremos Alex y yo, a las dos horas nos sustituiréis. Vamos.

Nos pusimos nuestros trajes espaciales y salimos por la escotilla de babor. Tras abrir la bodega de carga donde se encontraban bien sujetos los satélites, Hugo y yo sacamos uno, lo encendimos, comprobamos la calibración de la órbita cotejándola con el ordenador de abordo y tras verificar que todo era correcto lo dejamos en su órbita. Así uno a uno con cinco de los diez satélites.

-¿Para que querrán tantos satélites? –pregunté para relajarme un poco. Estaba realmente excitado con la espeluznante y hermosa vista de Júpiter bajo mis pies.

-Intentarán desplegar una cobertura total alrededor del planeta –me respondió Hugo a través de la comunicación del traje espacial -. Si tratan de instalar colonias en las lunas querrán poder comunicarse con todas ellas aunque se encuentren detrás del planeta. Y como el campo magnético de Júpiter es tan potente, por eso usan este nuevo modelo de satélite.

Tras la pequeña charla habíamos acabado de preparar el quinto satélite, volvimos a la nave y nos quitamos el traje espacial. Entonces Scott y Ralph salieron al exterior para terminar la tarea. Hugo y yo nos situamos en el puente de mando, como previamente habían hecho nuestros compañeros, para comprobar el buen funcionamiento de sus trajes y el de los satélites.

Terminaron sin contratiempos la tarea y entraron a la nave.

-Muy bien chicos –nos felicitó Hugo -. Ahora sólo queda esperar un par de horas a que los satélites estén en su sitio colocados, comprobar que funcionan todos a la perfección y largarnos a casa.

-Y cobrar nuestro merecido salario –recordó Ralph.

Scott y Ralph, que acababan de entrar a la nave y estaban agotados, se dirigieron al comedor para reponer energías y descansar unas horas. Hugo me pidió que me quedara con él en el puente de la nave para ayudarle con la verificación de los satélites. Y eso fue lo que comenzamos a hacer cuando todos estuvieron en sus respectivos lugares, una hora y cuarenta y nueve minutos después. Pero algo no previsto ocurrió, un piloto azul se encendió en el cuadro de controles de Hugo.

-¿Qué ocurre? –pregunté con miedo a que algo fallara y hubiera que repetir toda la misión -. Los satélites comenzaron a funcionar perfectamente.

-Sí, funcionan bien, ese es el problema –me contestó resignado -. Han captado una señal de socorro cerca de Europa.

-¿Es extraterrestre? –quise saber lleno de excitación.

-Joder Alex, si fuera extraterrestre no sabría que es una señal de socorro.

-Esto no me gusta Hugo, creía que éramos los primeros en llegar a Júpiter.

-Yo también lo creía, esto es demasiado extraño, no me gusta nada.

Hugo hizo llamar inmediatamente a Scott y Ralph. En menos de un minuto habían llegado, se les explicó la situación y estaban tan abrumados como nosotros.

-¿Qué vamos a hacer? –quiso saber Scott.

-Estamos obligados a realizar el rescate –aclaró Hugo.

Llegamos a la luna en apenas una hora, la superficie era maravillosa, resplandecía todo el hielo de la superficie, y como una pequeña mota negra que cada vez se fue haciendo más grande apareció la nave.

Sin lugar a dudas era humana, tres veces más grande que la nuestra, casi un kilómetro y medio debía de medir.

Hugo trató de comunicarse por radio pero no hubo respuesta. Acoplamos la nave, él y yo subimos a bordo con nuestros trajes espaciales puestos.

Dentro apenas había un hilo de luz, por lo que echamos mano de nuestras linternas para poder andar por los pasillos de la nave. Hugo y yo nos separamos, el se dirigió hacia la proa para llegar al puente de mando y yo fui hacia la popa.

Toda la nave estaba desierta, sin nadie a bordo. Pasé por los camarotes y estaban vacíos, con los objetos personales de la tripulación aún en ellos, pasé el comedor, una especie de gimnasio hasta que me topé con una puerta que no logré abrir.

-He llegado al puente –anunció Hugo por la radio del traje.

-Aquí tengo una puerta que no puedo abrir, mira a ver si puedes darme acceso desde allí –le pedí.

-Estoy encendiendo el sistema de la nave –y la nave de nuevo se iluminó completamente -. Por lo que estoy viendo en el diario de abordo esta nave partió desde la Tierra hace dos años. Parece una nave de investigación, pero no encuentro nada relativo a la investigación o lo que ocurrió aquí.

Un chasquido en la puerta me sobresaltó y dí un salto hacia atrás.

-Puerta abierta.

-Joder Hugo, menudo susto me has dado –me quejé recobrando el aliento.

Abrí la puerta, parecía ser el laboratorio de la nave. Había varios ordenadores en diversas mesas, llenas de papeles dispersos por el suelo de la sala. Ojeé unas notas que aún estaban dentro de una carpeta bien cerrada, la abrí sobre la mesa y la emoción me embargó.

-¡¡Chicos, no os lo vais a creer!! -grité de emoción.

-Cálmate Alex, y dinos que ocurre –me tranquilizó Ralph.

-Acabo de encontrar unos informes que indican que encontraron vida en Europa. Bajo la corteza helada del planeta hay multitud de microorganismos, incluso algunos ostracodermos.

-No me gusta nada de esto... –señaló Hugo -. Una nave de investigación secreta abandonada en medio de Júpiter..., sin duda cuando la enviaron aquí sabían exactamente lo que iban a encontrar.

Repasé todas mis ideas lo más rápido que pude, sabía que Hugo tenía razón y que algo se nos escapaba... algo muy importante. “¿Por qué nos habían enviado allí justamente? ¿Esperaban que encontráramos aquella nave? ¿O acaso era eso exactamente lo que querían, que fuésemos allí para averiguar que le había ocurrido a aquella nave, con el pretexto de llevar aquellos satélites sin levantar sospechas?”

Seguí pasando páginas de aquellos informes en busca de más información, con la que completar las lagunas de todo este asunto. En cuestión de segundos di con lo que buscaba. “Los experimentos comienzan a dar frutos, los especimenes extraídos del satélite están adaptados a vivir en condiciones extremas, esto puede suponer un gran avance para el campo de trajes de combate y armas” leí.

“Como no, el ejército metiendo sus zarpas en todo el asunto para sacar beneficio. Alterando el ecosistema primitivo de Europa para aprovechar la adaptación de aquellos primeros animales a favor de mejorar su arsenal” pensé sin dudarlo un momento.

-Ya se que ha ocurrido aquí –anuncié a mis compañeros por la radio, pero ninguno respondió -. ¿Me escucháis?

Me quité el casco para comprobar si estaba funcionando correctamente la radio, cuando un tremendo golpe me alcanzó en la cabeza.

Desperté recostado en la cama de mi nave, con un tremendo dolor de cabeza. Ante mi había un ser que debía medir lo mismo que yo, casi 1,80 metros. Tenía la cabeza cubierta de escamas, dos ojos oscuros bastante separados pero sin llegar a estar completamente a cada lado de la cabeza, otorgándole seguramente un gran campo de visión. La forma de la cabeza era similar a la humana, exceptuando que donde debía tener las orejas tan sólo había un orificio, al igual que en la nariz, había sido sustituida por un pequeño orificio, bajo el cual uno ligeramente más grande debía de servir de boca. Sus brazos eran más largos, con tres dedos y un pulgar en cada mano. Vestía un traje oscuro bastante ceñido a la piel, que dejaba notar que en las zonas donde nosotros poseemos vello corporal aquel ser tenía escamas, diminutas como las de un pez.

-No se asuste –me dijo perfectamente en mi lengua, dejándome completamente atónito y sin habla -. Es una lástima para usted y sus compañeros que hayamos tenido que conocernos de este modo.

-¡¡¿Qué quieren? ¿Van a matarnos? ¿Es por lo de Europa verdad?!! –pregunté temblando de miedo.

-Cálmese por favor, si se excita demasiado no logrará comprenderme –me dijo apoyando su mano en mi hombro en un gesto afectuoso, que extrañamente logró calmarme de inmediato -. Nuestras especies se conocen desde hace 32 años humanos. Durante los cuales hemos mantenido discretamente contacto con sus gobiernos y establecido leyes y acuerdos en conjunto para que no cundiera el pánico. Me crea o no señor, somos una raza pacífica y no queremos ningún tipo de guerra ni dominación de su especie.

-¿Entonces que hacen aquí, en nuestro sistema solar?

-Eso es lo que voy a explicarle. Uno de nuestros acuerdo se basa en el hecho de que en tres satélites de su sistema solar estaban desarrollando vida desde hacía millones de años, pero su increíble adaptación a condiciones extremas les impedía evolucionar en algo más allá que microorganismos o peces, por así decirlo para que usted lo entienda. Nosotros les advertimos a su gobierno de que dejara a estas formas de vida primitivas en paz, que las dejasen vivir sin alterar su mundo ni entrar en contacto directo.

Pero al parecer decidieron no hacerlo así hace un año y medio, y tememos de que ustedes no hayan desistido y vuelvan de nuevo.

Le expliqué todo lo que sabía sobre nuestra misión a aquel ser, me comprendió a la perfección y en ningún momento me interrumpió. Tras un par de minutos en los que no había dejado de explicar la situación concluí y me dijo:

-Veo que han debido de engañarlos sin duda, sus otros tres compañeros me dijeron exactamente lo mismo.

-¿Están vivos?

-Claro –respondió produciendo un sonido casi de chasquidos que interpreté como una risa -. Están durmiendo, los fuimos despertando de uno en uno para explicarles la situación y escucharles como a usted, no hemos venido a matar a nadie.

-¿Entonces que quieren de nosotros?

-Verá, no podemos consentir que su especie avance sin medir las consecuencias de sus actos. No somos dos las especies que habitamos esta galaxia, por desgracia no todos somos pacíficos y el acto de ustedes podía ser interpretado como un acto de guerra.

Desobedecieron uno de nuestros acuerdos con el fin de investigar, no a favor de su raza, lo hicieron con fines destructivos.

-¿Se refiere a fines militares?

-Exactamente. Los humanos han de progresar, igual que nosotros y muchos otros, pero no pasando por encima de nuevas formas de vida o de otras especies inteligentes. Hemos estudiado a su especie desde hace miles de años y no dejamos de preocuparnos. Suponen un gran riesgo para la vida en la galaxia, casi destruyen su propio planeta. ¿Qué harían con el planeta de otra especie como la nuestra?

Entienda que esto mismo se preguntan otras especies inteligentes y nosotros sólo queremos protegerles a ustedes.

-¿Por qué lo hacen?

-¿Por qué no deberíamos hacerlo? Es una gran satisfacción encontrar vida inteligente en otros mundos, nosotros les descubrimos a ustedes y por ello debemos velar por su seguridad y progreso. Así en el futuro podremos ayudarnos intercambiando recursos y conocimientos, es una práctica realmente divertida y provechosa.

-¿Y qué van a hacer con nosotros?

-Esto es lo que quería yo preguntarle, puede decidir volver a casa, nosotros nos encargaremos de ello, desgraciadamente tendremos que borrarle todos sus recuerdos sobre este asunto, más por la seguridad de ustedes que por la nuestra. O puede decidir acompañarnos, aprender sobre nosotros y junto a los otros humanos ayudarnos en la tarea de cuidar de ustedes.

-¿Otros humanos?

-Claro, parte de la tripulación de la nave que investigaba aquí decidió unirse a nosotros, no estaban conformes con lo que les ordenaron hacer. Y prefirieron redimirse ayudándonos.

Tras pensarlo durante unos minutos, y discutirlo con mis compañeros que habían sido despertados, todos decidimos que lo mejor sería ayudar a aquellos seres, que en definitiva sería ayudarnos a nosotros mismos. Nos acogieron en su nave.

Al cabo de una semana llegamos a una estación espacial cercana a su mundo de origen, allí gracias a su enorme tecnología nos educaron en cuestión de un mes. Comprendíamos su idioma, su historia, como funcionaban sus naves y su biología. Nos aceptaron como otros más de su raza sin privarnos de ningún conocimiento.

Todo esto fue hace casi diez años, lo recuerdo con gran cariño y algo de nostalgia. Entonces era uno más, una persona que cree ser feliz por lo ignorante que es hasta que comprende la realidad. Después claro que volví a ser feliz, pero era realmente difícil para nosotros, los humanos que allí estábamos. No dejamos ni un día de avergonzarnos por los actos que cometió la humanidad.

Violaron numerosos acuerdos, siguieron investigando en Europa y otros tantos mundos más, con el afán de lograr una tecnología bélica más eficaz. Introdujeron bacterias y organismos indígenas en aquellos mundos donde investigaron, arrasando con toda forma de vida autóctona en tan solo una década, no hubo forma de pararlos.

Ayer, estos seres que se llaman así mismos gulaks, iniciaron una asamblea respaldada por nosotros en presencia de los más ancianos y sabios de su planeta. Por mucho que me pese, se que hemos actuado correctamente y la decisión fue unánime. Hay que atacar a la humanidad, el hombre se ha vuelto demasiado hostil y peligroso, tanto para ellos mismos como el resto de formas de vida. Ya habían logrado acabar con tres formas de vida que había en el sistema solar, ¿qué no harían una vez salieran de él?

Todos los gulaks allí presentes comenzaron a producir unos rugidos indescriptibles, al principio era ensordecer, pero en cuanto nos acostumbramos al sonido pudimos reconocer lo que decían. Cantaban, era una canción de pena, un réquiem por nuestro mundo.

Resulta realmente irónico. Nos dirigimos en miles de naves hacia el sistema solar para poner fin a nuestra raza, para preservar la vida de otros millones de especies que habitan en el universo, sin embargo, no siento tristeza. Quizá mi propia raza se ha ganado mi desprecio, pero ellos, los gulaks, están comenzando a llorar según nos vamos acercando.

Lloran por nosotros, por los humanos. Sí, realmente irónico.
Sin duda ellos aman más a nuestra especie y a nuestro mundo de lo que jamás lo hemos amado nosotros mismos.

8 comentarios:

  1. Sois unos capullos!!, lo siento ya sabeis que no me puedo resistir a lo prohibido jajaj. Ahora mismo iba a mandarte un correo diciendote que me habia gustado mucho este relato, que estaba muiy bien, jesus. Me alegro de que os junteis y abrais este blog, será interesante seguir vuestros relatos y es un honor abrir los comentarios, espero que escribiais mucho. Por cierto jesus, no se nota nada que has jugado al dead space jajaj

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, si quieres participar con cualquier cosa eres bienvenido, seguramente no trate sólo de relatos, sino de todo un poco, así podemos participar unos cuantos publicando cosas, yo escribo relatos, pero no voy a escribir uno cada día, cuesta un poco xDD. Pero según escriba más iré publicándolos.
    Sí, mis influencias son de juegos y libros de Isaac Asimov, que aquí me estoy dando un empacho de ellos jajaja, el próximo si se parece algo más al Dead Space jejeje. Y bueno eso si quieres comentar algo o participar genial. Y Bienvenido, muchas gracias por leer, postear y participar chiquet ^_^

    ResponderEliminar
  3. Acabo de descubrir el blog (gracias por el link Varin) os seguire a menudo. El relato aun no lo he leido, pero lo haré pronto. Saludos

    ResponderEliminar
  4. Jejeje, de nada. Había que hacer publicidad por el correo y tuenti :P, y gracias por animaros a comentar, leer y participar si quereis xD.
    Tengo otro relato escrito, pero quiero revisarlo, el final no termina de convencerme, mañana le daré otro repaso y si queda ya bien lo subiré. Y tengo idea para otro también de ciencia-ficción y cómico, a ver que sale xDD.

    ResponderEliminar
  5. Suerte en vuestro nuevo blog de relatos! Ya soy seguidora vuestra.

    ResponderEliminar
  6. Gracias Hanna, en breve espero poder poner otro relato que estoy revisando ^^.

    ResponderEliminar
  7. Buén relato, animo y seguir así. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias, ya he publicado un segundo relato, a ver si os gusta y en breve espero poder escribir un tercero jejeje.

    ResponderEliminar